El drama de las residencias contado desde dentro: «Una...

El drama de las residencias contado desde dentro: «Una sucesión de puertas cerradas con llave y personas golpeando y suplicando salir»

Un informe de Médicos Sin Fronteras revela los problemas del modelo de gestión de residencias y de coordinación entre las Administraciones cuyo resultado es el abandono de las personas más vulnerables a la epidemia.

María Lozano.

MADRID Actualizado: 18/08/2020 13:10h.

El 69% de las personas fallecidas por el coronavirus en España eran personas mayores que estaban internas en residencias. Un total de 27.359 personas perdieron la vida en estos centros entre el 6 de abril y el 20 de junio, según el Ministerio de Sanidad. Se trata de un índice de mortalidad que, tal como indica Médicos Sin Fronteras (MSF) en un informe publicado este martes, se debe a los problemas del modelo de gestión y de coordinación entre las adiministraciones y las empresas gestoras.

En el apoyo prestado por MSF a casi 500 residencias de mayores en nuestro país, la organización ha recogido numerosos testimonios del personal sociosanitario. Uno de los más duros es el de Andrés, jefe de Bomberos que dirigió labores de desinfección: «Preferían muchas veces que los mayores, mientras no hubiese resultados fiables de laspruebas, quedasen encerrados en sus habitaciones, en lugar de reagruparlos en zonas, por miedo a perder el control y que todo el edificio se viese así contaminado. El resultado era espantoso: una sucesión de puertas cerradas, en ocasiones con llave, y personas golpeando y suplicando por salir. Un horror».

En el informe «Poco, tarde y mal. El inaceptable desamparo de los mayores en las residencias durante la COVID-19 en España», MSF explica que hubo gran incertidumbre debido a los casos asintomáticos y a la poca credibilidad de los tests diagnósticos, lo que acabó llevando a menudo a la implantación de «férreas medidas de aislamiento» de los residentes. Un hecho que tuvo consecuencias físicas y psicosociales graves para los ancianos que no contaban con apoyo emocional.

Un ejemplo muy claro es el caso que relata Carmen, directora de una pequeña residencia familiar: «En el caso de Eugenia, yo tenía miedo de que se dejase morir y empecé a sacarla cada día un rato, para ver si recuperaba las ganas. Y empezó a comer, empezó a ir a mejor, hasta que un día vinieron los de atención primaria justo cuando la teníamos fuera, y me dijeron que era una inconsciente y estaba poniendo en peligro a todo el mundo. No me quedó otro remedio que devolverla a la habitación. Ella dejó de comer otra vez y a los pocos días se murió». En definitiva, Carmen sostiene que «nos entró tanto miedo con el virus que no hemos pensado en otra cosa que en aislar al máximo, sin pensar en lo que esto significaba para ellos».