Dicen que la pasión se lleva dentro, por genética o simplemente porque se aprende, porque se escucha, porque naces ya con ella. Dicen los antiguos, expertos que nos han inculcado todas las tradiciones, que quien no es de Zamora no sabe lo que es Getsemaní, la Redención, hacer penitencia o de quien son las manos entrecruzadas de las cuales cuelga un rosario. Dicen los zamoranos que quien no ha vivido una madrugada en Zamora, no sabe lo que es un Viernes Santo, no sabe lo que es esperar hasta dos horas para ver esculturas de madera sobre una mesa llena de flores, no saben porqué hasta los ateos se emocionan con estas fiestas. Dicen los turistas que vienen a Zamora que aquí aprendieron lo que es ponerse la piel de gallina, lo que es el "pelómetro", dicen que somos unos apasionados por seguir una tradición que es prácticamente algo que ya se lleva en los genes. Dicen los antiguos que si no eres zamorano no sabrás lo que es jurar silencio un miércoles, no sabrás lo que es esperar todo un año para salir en las procesiones, para pasar una de las semanas más importantes en tu ciudad, tampoco sabrás lo que es ir a merendar aceitadas y almendras garrapiñadas un jueves a la catedral con tu familia. Dicen que a las cinco de la mañana, en San Juan, La Soledad levanta la mirada, abre las manos y despide a su hijo entre cuatro soldados con los cuales forma "El 5 de Copas" y le bailan al son de la marcha fúnebre de Thalberg. Dicen que estar lejos de Zamora en esa madrugada, es de las cosas más duras que puedes sentir, que tus raíces tiemblan mientras en San Juan, con los primeros acordes de Thalberg, después de los toques de la corneta y el tambor de Merlú, llaman a la historia, llaman a los vivos y resucitan a los muertos en la plaza tocando La Muerte no es el final.