La izquierda carca....

La izquierda carca.

¿Es compatible con el respeto al derecho de manifestación calificar a quien lo ejerce de fascista?

Juan Fernández-Miranda.

Madrid.

Actualizado:

11/02/2019 09:02h.

A la izquierda le molesta que se manifiesten los demás. Se pone tan autoritaria que se desnuda en público: toda la chusma que le critica es facha. Qué antigualla, señor Sánchez, su miedo al rechazo se detecta desde muy lejos. Dime de qué presumes... Una excelente manera de medir la calidad democrática de una sociedad es observar cómo un Gobierno cualquiera encaja las críticas de quienes libremente se oponen a su ejecutoria. Pues bien: nuestro Gobierno, el PSOE y sus medios afines han dado un espectáculo poco democrático.

En la víspera se trató de estigmatizar a quien osara salir a la calle: destacados dirigentes del PSOE tuitearon con la etiqueta «NoVoyconelFascismo». La estrategia era equiparar a los partidos convocantes, PP y Ciudadanos, con cualquier radical que se adhiriera a la manifestación. ¿Es compatible con el respeto al derecho de manifestación calificar a quien lo ejerce de fascista? El insigne Tezanos equiparó la manifestación con un «motín», como si el ciudadano fuera un preso sometido a la disciplina del alcaide. Los dirigentes del PSOE, bien colocaditos por un presidente del Gobierno que no ha dejado títere con cabeza en el sector público para situar a su gente –y así cohesionar al partido–, muerden como el dóberman de los spots socialistas de los noventa. Aquel perro rabioso del siglo pasado también buscaba equiparar a la derecha con el fascismo. Esa estrategia, más antigua que el hilo de coser, no funcionó con Aznar y no funcionará ahora. Antigualla.

Su respeto por el derecho de manifestación –que dicen defender cuando se trata de rodear las instituciones sin comunicación previa– se diluye cuando el que se manifiesta es otro. «La democracia soy yo», deben de pensar Sánchez e Iván Redondo, ese asesor áulico que considera que «resistir es avanzar».

Solo una hora después del inicio de la concentración, Ferraz puso el nombre, «fracaso», y la Policía Nacional la cifra: 45.000. Y la palabra favorita de todo presidente socialista: crispación. Si me llevas la contraria, crispas; si te manifiestas, facha.

La movilización fue un éxito, pero el éxito real de quienes se oponen a Sánchez está en la base social que consigan reunir. El partido se juega en el centro: por eso era tan importante que Casado y Rivera fueran de la mano, y por eso acertaron los dos en despejar la marcha de colores partidistas. Por eso, Sánchez dio orden de equiparar a todos como extrema derecha: para amedrentar a quienes, dicho sea de paso, ni le apoyaron en 2016 ni le apoyan ahora. Porque ese es el origen de todo: a Sánchez le pusieron menos de la mitad de los 187.000 militantes del PSOE, no sus cinco millones de votantes. Él, quiera o no, solo tiene 84 diputados. Y todos los demás, somos fachas.

Juan Fernández-Miranda.

Redactor jefe.