Novela de las madejas del Vicentino, Taller de aprendizaje de poesía

Novela de las madejas del Vicentino

Soñaba una doncella que dormía...

>BUENA PIEZA PARA ANALIZAR O DESGUAZAR EN EL TALLER<

Novela de las madejas del Vicentino.

Las nueve que moráis allá en Parnaso
espíritu me dad cual se requiere
para cantar el más donoso caso
que, en cuanto el sol sus rayos esparciere
del Capricornio al Cancro, semejante
no se verá jamás ni hombre lo espere.
A las damas requiero que delante
no estén las que lo son escrupulosas,
guárdense de mi voz, no las encante;
mas las que, ultra de ser bellas y hermosas,
tienen el rico esmalte de discretas,
podrán prestarme orejas amorosas;
tomen, si gustaren, de estas tretas
que a fe que seguirán un buen destino
si imitan estas viejas alcahuetas.
Íbanse pues tres dueñas un camino,
con perdón, en tres asnos caballeras,
aunque aquesto del son me trae mohíno.
Casadas todas tres y muy mohatreras,
pienso yo que el oficio que tenían
debía ser sin falta panaderas,
las cuales juntas iban y venían
a una cierta ciudad desde su aldea,
y allí juntas su pan muy bien vendían.
Fortuna que las cosas acarrea
según sus intenciones van guiadas,
no como el apetito las desea,
viniendo a la ciudad las tres casadas,
les ofreció caídas en el suelo
unas madejas de hilo bien curadas;
las cuales de sus asnos hacia el suelo
se abalançaron luego, codiciosas
de añadir a su tela un pedaçuelo.
Mas como todas tres muy presurosas
llegaron, todas tres asieron de ellas,
y todas tres tiraban animosas.
Ninguna de las tres quería perdellas,
cada una pretendía de llevarlas
y antes morir que un paso dar sin ellas.
Finalmente, en tomarlas y dejarlas,
a la ciudad llegaron siempre asidas
de las madejas sin jamás soltarlas,
adonde ya en más cólera encendidas,
las lenguas se ayudaran de las manos
si no fueran con tiempo socorridas,
porque llegaron fieles y escribanos,
alguaciles, corchetes y el tiniente,
con otros que persiguen los humanos.
Y, vista su querella encontinente,
después de haberse un rato bien reído,
el tiniente apartó toda la gente
y díjoles: "Hermanas, he querido
llevar esta cuestión por otro fuero
más blando que el que a mí me es permitido,
por tanto, desde aquí sentencio y quiero
que la que mejor burla hubiere hecho
para el domingo prójimo primero
a su marido, goce del derecho
de todas y se lleve las madejas
ella sola y la hagan buen provecho."
A esto abajaron las orejas,
aceptando por bueno el corte dado
para acortar de pleito y de quejas.
Y, por ponerse en ello aquel cuidado
que se requiere, vueltas a su aldea
antes que el sol se hubiere deslumbrado,
todas tres de un jaez y una librea
las burlas le llevaron, y en un día,
que parece que nadie hay que lo crea.