Trayectoría de Begoña Abad

Nació en el pequeño pueblo burgalés de Villanasur del río Oca, pero pasó la infancia y la adolescencia viviendo en diferentes lugares hasta que se instaló en Logroño. Antes de llegar a la poesía escribió cuentos, en principio para sus hijos y después también cuentos para adultos. Para ella —explica en una entrevista— «escribir era tan natural como respirar, pero otra cosa era compartirlo, hacerlo visible, hacerme yo visible». También dice que no es poeta sino que «está poeta». En 1979 ganó el premio de la Asociación de Amas de Casa de Logroño, un revulsivo que le hizo valorar y empezar a compartir su trabajo. En 2006 ganó el primer premio de relato de la Universidad Popular de Logroño 2006.

Tras la plaquette Begoña en ciernes y el poemario La medida de mi madre, en 2012 publicó Cómo aprender a volar, libro en el que transmite su propia experiencia. Durante cincuenta años Begoña vivió una vida que —ha explicado— «no era la suya», como madre y esposa abnegada sujeta al papel que la historia ha reservado siempre a las mujeres. Sólo en la poesía, que era su refugio, conseguía vivir. «A los cincuenta me nacieron alas», dice en un poema. Es el momento en el que logra la independencia económica y consigue un trabajo en una portería de Logroño y una vivienda en el último piso del edificio, desde donde puede ver los tejados de la ciudad. Abad defiende su profesión de portera, «de abridora humilde de puertas y de almas», de «artesana de la palabra» que «modela la vida a diario», mientras se deja sorprender por esta «experiencia fascinante que supone el hecho de estar viva».

Ha publicado diversos poemarios y su poesía ha sido incluida en diversas antologías y revistas. Ha participado en varios de los encuentros poéticos Voces del extremo en Moguer y Logroño, y fue durante ocho años vicepresidenta del Ateneo Riojano de Logroño.