Hoy, igual que ayer, a la misma hora
paseo por la calle donde tú vives.
Con los bolsillos llenos de piedrecitas
para llamar la atención de tu ventana.
Cada una de ellas lleva un mensaje escrito:
¡Estoy aquí mi cielo!, ¡asómate y lánzame un besito!
¡Que te asomes coño, que hace frío!
(vaya, esa era muy gorda).
Se enciende la luz del color de mi esperanza
y me acerco a tu puerta esperando a que me abras.
Pero tan solo asomas la patita,
ya no me dejas entrar, ¿tienes visita?.
Te enseñaría los dientes, pero en lugar de eso,
agacho las orejas y me voy por donde he venido,
con los bolsillos llenos de mensajes escritos en piedrecitas.
Piedrecitas que tiraré al río desde un puente
esta vez; sin sacarlas de mi bolsillo.