Diez días de tramontana
convierten mar en infierno,
y ella suplica al Eterno
con resignación cristiana.

Otea cada mañana
el paisaje sempiterno,
crudo vivir, crudo invierno:
crudeza que la amilana.

Es la niña del farero,
la mujer del marinero
que un día se hizo a la mar;

y hoy busca en las nubes flores
que le recuerdan amores.
¡Él no puede naufragar!

Noemí