I...

XVI

Cuando me lo contaron sentí el frío
de una hoja de acero en las entrañas,
me apoyé contra el muro, y un instante
la conciencia perdí de dónde estaba.

Cayó sobre mi espíritu la noche
en ira y en piedad se anegó el alma
¡y entonces comprendí por qué se llora!
¡y entonces comprendí por qué se mata!

Pasó la nube de dolor... con pena
logré balbucear breves palabras...
¿Quién me dio la noticia?... Un fiel amigo...
Me hacía un gran favor... Le di las gracias.

Gustavo Adolfo Bécquer (Rimas)

Amigas:! Hola! Imposible cerrar puestas a algunas memorias, me decía yo ayer tratando de hilvanar un poema.
Imposible olvidar ser este el primer poema leido en mi mida. cayendo delante de mis ojos hoy, me he reñido por haberlo dejado en el rincón del olvido.
Tenía yo 17 años se me regalo "Rimas y leyendas" (era un domingo) y desde Manuel Becerra, con él en la mano calle adelante me planté en el retiro.
"Cayo sobre mí" no como un golpe frío y si como un lenguaje bello pero desconocido, cuenta tenida que no había pasado de las fábulas de Iriarte y Samaniego.
Cayeron sobre mi las rimas de Bécquer de tal forma que han viajado conmigo por todas partes hasta hace como un mes, que por haberme tropezado con otro me he preguntado: ¿Como es posible que en los últimos años, le hubiere dejado en el rincon del olvido?
¿Como o0lvidar "el Himno..."

I
Yo sé un himno gigante y extraño
que anuncia en la noche del alma una aurora,
y estas páginas son de este himno
cadencias que el aire dilata en la sombras.
Yo quisiera escribirlo, del hombre
domando el rebelde, mezquino idioma,
con palabras que fuesen a un tiempo
suspiros y risas, colores y notas.
Pero en vano es luchar; que no hay cifra
capaz de encerrarle, y apenas ¡oh hermosa!
si teniendo en mis manos las tuyas
pudiera, al oído, cantártelo a solas.

Gustavo Adolfo Bécquer.

Sududos y disfruta, querido amigo.