IRA...

IRA

La casa de la niebla no alberga el equilibrio,
restalla y saja hilos con su daga de vidrio.

Destroza cada tramo del corazón sin nombre
colisionando, eterna, con la lucha del hombre,
sin esperar delirio, ni raza que la asombre,
encaramada al símbolo letal de su pronombre.

Deslizado sedal, brillante enredadera,
arrasa voluntades entre la torrentera,

desarma la esperanza perdida en el ludibrio,
despertando desdicha que, yerta, se descombre
soportando el hedor del muerto en su quimera.

©Berlanga, Rosa María 2018

Un poema de una poeta joven de nuestra patria chiquita.