¡Se ha quedado la casa tan vacía...

¡Se ha quedado la casa tan vacía
que hasta miedo me da abrir la ventana!
Y la luz matizada en la mañana
no predice canciones ni alegría.

Cuentos narrados acabando el día,
el suave ronroneo de una nana,
los peluches y la muñeca enana
que parece que a todos entendía.

Todo acabó, también se van los sueños,
pero quedan esos libros eternos
que ya nunca caerán en el olvido,

tan sólamente cambiarán de dueños.
Yo pido que con ellos seáis tiernos
y que os cuenten de todo lo vivido.

Noemí.

Son las inquietudes de una persona que al cambiar de residencia siente una gran pena por no poder llevar todos los libros que han formado parte de su vida.