Y EL GRAN RECUERDO DE NUESTRO plazalagua.

Hoy paseando las calles de mi pueblo,
este pueblo que tanto me apasiona,
lloviznaba y, paraguas cerrado,
he dejado al agua rodar por mi cara.

Había salido de horas de trajín
- ¿cuándo no las tengo?-, y el agua,
ese agua tan bendita, despejando estaba
-le daba lucidez-, mi mente cansada.

Ahora intensamente llueve;
las compuertas del cielo
plenamente abiertas,
nos regalan el agua que los secos
y agrietados campos, agradecen
pariendo la cosecha.

¡Qué tesoro es el agua,
necesaria, indispensable, vital...;
y cómo tantas veces lo olvidamos!

Plazalagua.

Siguiendo con Claudio Rodríguez, he descrito unas escenas de mi vida cotidiana, en los pasados lluviosos días, procurando adaptarme a su lenguaje, que, como ya he dicho en ocasión anterior, está a una considerable distancia del suyo.

Y EL GRAN RECUERDO DE NUESTRO plazalagua.