Hola Mari, buenos días. Se ve que en estos días, pese...

Hola Mari, buenos días. Se ve que en estos días, pese a la pandemia, la gente está muy concentrada en la fiesta de Navidad y de fin de AñO; el correo fluye poco. Un año más que se marcha, lamentablemente un año muy duro para todo el mundo. Aquí en Alemania también tenemos un probleme´a serio con el virus. La gente desconfía que se haya tratado de un accidente, y la cosa puede llegar a ser mucho más grave de lo que parece. Hay quien habla de guerra biológica...
Esperemos que no sea así y que en el 2021, pese a todo lo ocurrido, quede todo superado y podamos volver a la normalidad. Te deseo un próspero año y mucha salud en compañía de los tuyos. Un saludo afectuoso. Domingo

HE AQUI ALGO DE MIS ESCRITOS RELACIONADO CON UN TEMA MUY USADO EN EL PASADO CUANDO LA ECONOMÍA QUEDABA ATASCADA

CASOS DE EXPERIENCIA „LA GUERRA“

No me escapará a la memoria las veces que mi querida suegra solía repetir la famosa frase de:“cuando morimos, bederíamos de nacer“. Con ella se refería a la falta de experiencia del ser humano en su niñez y años de juventud y a los muchos „desengaños“ que por culpa de ello nos llevamos en la vida.
Pero yo, autor de estas modestas lineas, no estoy de acuerdo en que para obtener un alto grado de experiencia sea necesario alcanzar mucha edad y mucho menos tener que darle a la vida ese „revés“. Yo, creo más bien, que la falta de experiencia se debe a que „ésta“ no suele asimilarse y guardarse en la memoria, debido mayormente a un fallo de atención de la consciencia, ya que la experiencia no tiene imprescindiblemente nada que ver con la edad y a veces tampoco con el tiempo, si bien, estos pueden y suelen ser dos factores influyentes. Es más, hay personas de mucha edad que apenas acumularon alguna 78
experiencia en su vida. Por el contrario, existen personas jóvenes que nos sorprenden con su enorme experiencia. Tener experiencia significa por otra parte saber; adquirir conocimientos, es decir: asimilar y mantener en la mente „lo aprendido y lo vivido“.
Recuerdo con especial interés una de las veces que en nuestra casa en Madrid fuimos visitados por unos parientes. Salvo el pequeñín de la familia, que contaba dos años de edad, creo que éramos seis las personas adultas reunidas en aquella ocasión, todas ellas mayores de veintiún años. Yo, hacía unos meses que acababa de licenciarme del servicio militar, y aunque siempre fui una persona bastante curiosa y muy amiga de entablar conversación, me sentía bastante incompetente para departir con aquellas personas mayores que yo y que a simple vista, al menos para mí, parecían tener mucha más experiencia que yo. El tema de que se hablaba difundía precisamente sobre el 50 Aniversario de la Fundación de la Legión Española, cuerpo militar donde había servido yo y del que por aquellas fechas del mes de Septiembre aparecían varios reportajes en los periódicos.
Tras un rato de animada charla, en donde yo también tuve que exponer mis ideas y opiniones, la conversación giró en torno a la situación de trabajo en el país, y a la necesidad que tenían muchos obreros españoles de emigrar al extranjero, cuando uno de los presentes, el que parecía más experto y llevaba la voz cantante, muy resueltamente y como quien sabe muy bien lo que se dice, expresó la siguiente frase: „Europa necesita una guerra“.
Aunque esta afirmación tal vez hubiera podido herir el criterio personal de los allí presentes o al menos haberles resultado contradictoria, nadie contestó al respecto ni hizo muestras siquiera de sentirse aturdido o sobresaltado. Tampoco yo, pero la frase, «aquella frase tan bárbara», 79
quedó grabada en mi mente para el resto de mis días. En aquellos momentos sin embargo solo sentí una extraña sensación, acompañada de un repelente escalofrio.
Quien soltó la frase era una persona de unos 37 años de edad, de bastante buena posición, iba siempre bien trajeado, compraba diariamente el periódico, poseía varias viviendas y con un trabajo y sueldo excelentes. Condiciones estas que indudablemente ejercían cierta influencia en mí y en los compañeros de charla a la hora de conceptuar su experiencia y conocimientos de la vida.
Días más tarde, sin embargo, libre ya de ese sobrecogimiento y sumisión que imprimen una charla, pude enjuiciar con más tranquilidad el contenido y significado de la citada frase y darme perfecta cuenta de su enorme horribilidad. Fue entonces cuando pude advertir que semejante forma de pensar y ver las cosas obedecía a cierta creencia y mentalidad, arraigadas en gran parte de la sociedad. Era verdaderamente increible que algo así pudiera asociarlo una sociedad como un medio necesario, ya incluso imprescincible, para su existencia. Se trataba de una especie de falso idealismo, el cual basaba su doctrina en „destruir para construir de nuevo“.
Años más tardes, ya en Alemania, pude enterarme de que cierta mujer de Suiza había tomado la iniciativa de desmentalizar a la gente de esta bárbara y „falsa creencia“ y que por dico hecho fue perseguida por el sistema Naci. He buscado en internet a la citada mujer, pero al no tener nombre ni datos, no pude dar con ella.
La propaganda puede ser culpable de muchas cosas, pero los verdaderos culpables son aquellas personas que no cultivan el pensamiento y se dejan llevar por otras.

¡Personas que ceden a otros el pensar no tienen opinión propia y dejan al azar la iniciativa de acción!
Domingo Navarro
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Hola Domingo, efectivamente ha sido un año horrible, que borraremos de nuestra memoria cuanto antes, yo confío en la ciencia y en el enorme sacrificio y esfuerzo que la Comunidad científica está haciendo para paliar, en la medida de lo posible este tremendo desastre; yo no sé a que será debido, triste sería que fuera un guerra biológica, el afán de destruir para luego construir, no lo quiero ni pensar. Amigos míos virólogos e investigadores, mantienen su versión de que es un virus totalmente natural, ... (ver texto completo)