LAS CRIADAS:”

1º cuadro

La habitación de LA SEÑORA. Muebles Luis XV. Encajes. En el fondo una
ventana abierta que da a la fachada del inmueble de enfrente. A la derecha la
cama. A la izquierda la puerta y una cómoda. Flores por todas partes.

Al anochecer-

CLARA.-

(de pie en combinación, de espaldas a la coqueta, tiende el brazo y con tono de un trágico exacerbado).

> (hablan todas a la vez)<

estos guantes! Estos eternos guantes. Mira que te lo he dicho y repetido que los
dejaras en la cocina. Con eso, me figuro, esperas enamorar al lechero. No, no,
no mientas. Es inútil. Cuélgalos encima del fregadero. ¿Cuándo comprenderás
que esta habitación no hay que profanarla.?

SOLANGE estaba jugando con un par de guantes de goma y
observaba sus manos enguantadas, a veces juntando los dedos y otras veces
separándolos.) No te prives, hazte la mosquita muerta. Y sobre todo, no te des
prisa. Tenemos tiempo de sobra.
¡Sale!
(SOLANGE, de repente, cambia de actitud
humildemente sujetando con la punta de los dedos los guantes.

Clara se sienta ante la coqueta. Olfatea las flores, acaricia los objetos de aseo,
se cepilla el pelo, se arregla la cara.) Prepare mi vestido. De prisa, no tenemos
tiempo. ¿No está aquí?
(Se vuelve.) ¡Clara!
(Entra SOLANGE.)
SOLANGE.— Que la señora tenga la bondad de disculparme.
Estaba preparando la infusión (pronuncia la infución) de la señora.

CLARA. —Prepare mis trajes. El vestido blanco de lentejuelas. El abanico,
las esmeraldas.

SOLANGE. —Sí, señora. ¿Todas las joyas de la señora?

CLARA. —Sáquelas. Quiero escoger yo misma. Y claro está, los zapatos de
charol. Esos que tanto codicia usted desde hace años.

(SOLANGE saca del
armario algunos estuches. Los abre y los dispone sobre la cama.) Para su
boda, me figuro. Confiese que la sedujo. Que está usted embarazada.
Confiéselo.

(SOLANGE se pone en cuclillas sobre la alfombra y > escupiendo sobre
los zapatos les saca brillo.) Ya le dije, Solange, que evitara los ………… Que
duerman en su cuerpo, hija mía, y que se pudran en él. ¡Ja! ¡Ja! (Ríe
nerviosa.)
Que el caminante extraviado se ahogue en ellos. ¡Ja! ¡Ja!

Clara.- Es usted
feísima, tesoro mío. Inclínese más y mírese en mis zapatos. (Alarga el pie y
SOLANGE lo examina.)
¿Se figura que es cosa grata para mí saber que mi pie
está envuelto entre los velos de su saliva? ¿Entre la bruma de sus pantanos?

SOLANGE (de rodillas y muy humilde). —Deseo que la señora esté guapa.

CLARA. —Lo estaré. (Se arregla ante el espejo.) Usted me odia, ¿verdad?
Me ahoga con sus atenciones, con su humildad, con las espadañas y la reseda.

(Se levanta y dice en un tono más bajo.) Es un estorbo inútil. Hay demasiadas
flores. Es mortal. (Se mira otra vez.) Estaré guapa.
- Más de lo que pueda usted
serlo en su vida. Porque con este cuerpo y esta cara nunca podrá seducir…
a Mario. Ese joven lechero ridículo nos desprecia y si le ha hecho un hijo...

SOLANGE. — ¡Oh!, pero si yo nunca he...

CLARA. —Cállese, idiota. Mi vestido.

Telón
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Sigan….. ustedes, improvisen, acentuen, desparramense.
escriban lo que quieran traigan hombres o mujeres
Son libressssssssssssssss como nosotros.

P. O. de Trinidad