SUEGRO DE SOLEDAD:
¡Templa Soledad Montoya
y guárdate esa navaja!
que sangre vil no merece
manchar un arma de plata,
sean los remordimientos
los que atormenten sus almas
y el Cristo de los Gitanos
les nieguen sal y compaña.
¡Mira a tus dos hijos, niña,!
rosas aún muy tempranas
no les prives de la tierra
que los sustentan y amparan.
NARRADOR:
Calla Soledad Montoya,
triste la cabeza baja,
abrazada a sus dos hijos
emprende el regreso a casa.
Ordena el gitano viejo
al conjuro retirada
y mordiéndose los labios
enmudece una palabra.
Cuando regresa a su cueva
entre el fuego y las tenazas
sus ojos viejos chispean
por el hijo que descansa.
¡Templa Soledad Montoya
y guárdate esa navaja!
que sangre vil no merece
manchar un arma de plata,
sean los remordimientos
los que atormenten sus almas
y el Cristo de los Gitanos
les nieguen sal y compaña.
¡Mira a tus dos hijos, niña,!
rosas aún muy tempranas
no les prives de la tierra
que los sustentan y amparan.
NARRADOR:
Calla Soledad Montoya,
triste la cabeza baja,
abrazada a sus dos hijos
emprende el regreso a casa.
Ordena el gitano viejo
al conjuro retirada
y mordiéndose los labios
enmudece una palabra.
Cuando regresa a su cueva
entre el fuego y las tenazas
sus ojos viejos chispean
por el hijo que descansa.