Antena, Televisión

Antena 3 dedica su prime time a un mitin de Évole contra las encarcelaciones.

Ni Pablo Motos ni las famosas Trancas y Barrancas osaron interrumpir a un Évole indignado que cargó durante una hora contra la acción de la justicia.

Libertad Digital2017-11-03.

Antena 3 transformó este jueves uno de sus formatos estrella, El Hormiguero de Pablo Motos, en un mitin contra las encarcelaciones de los exconsejeros golpistas de la Generalidad por parte de la justicia española. Motos siempre presenta a sus invitados –muchos de ellos grandes estrellas internacionales– con la fórmula: "Hoy viene a divertirse al Hormiguero…", pero en esta ocasión confesó que su invitado no venía a "divertirse" porque estaba muy disgustado. Era Jordi Évole, el Follonero, que se mostró desde el primer minuto indignado con la decisión de la justicia española de encarcelar a los exconsejeros de la Generalidad.

Y se quedó durante la hora que dura el programa sin dejar de hablar. Hiló un argumento tras otro. Sólo pararon para las pausas publicitarias. Pablo Motos apenas formuló media docena de preguntas y no fue hasta que le avisaron de que se quedaba sin tiempo cuando pidió a su invitado que promocionara el regreso de Salvados, que ha preparado para el arranque de temporada una entrevista a Nicolás Maduro y una visita a Raqqa. Ni siquiera cuando hablaba de Raqqa o de Nicolás Maduro dejaba Évole de buscar paralelismos con la situación en Cataluña.

El presentador de La Sexta consideraba que no hay por qué acatar las decisiones judiciales porque "a la gente se la mete en la cárcel para que una sociedad se sienta más segura y yo creo que en Cataluña hay mucha gente que no se siente más protegida porque Junqueras o los consejeros estén en la cárcel".

Aparte de olvidar que "los consejeros" estaban cesados y ya no lo eran, Évole no empleó ese mismo argumento contra otros políticos que han pasado años en prisión preventiva como Bárcenas, Granados, los de la Gürtel o los de los ERE. Gente que no iba precisamente alentando la sedición, la rebelión y el odio al que no piensa igual que él por las calles y por las televisiones públicas. Otros casos que, al igual que Puigdemont y los suyos, estaban acusados de malversar fondos públicos.

Pero seguía Évole: decía por un lado que no profesa la disciplina indepe, pero compraba el argumento de Puigdemont y la extrema izquierda negándose a ver la gravedad de los delitos cometidos: "Este es un problema político que tienen que solucionar los políticos".

Sobre el auto de Lamela se preguntaba: " ¿Hay que respetar a la Justicia? Pues sí… o no", porque, decía, "yo creo que lo de hoy es una equivocación enorme. Enorme".

Fue curioso ver cómo el Follonero se refería al pueblo "movilizado" de Cataluña cuando quería hablar de los separatistas echados a la calle. En cambio, cuando se refería a la mayoría silenciosa que terminó llenando las calles de Barcelona capitaneados por Vargas Llosa y Sociedad Civil Catalana, recordaba que en aquellas manifestaciones también había "fascistas" como los que "asaltaron la librería Blanquerna en Madrid". Eso sí, matizaba que "no podemos hacer de la anécdota generalidad", pero ahí dejaba a los fascistas integrados en la mayoría silenciosa.

Évole no dedicó un minuto de sus reflexiones a la persecución lingüística en Cataluña al español; las multas a los comerciantes que quieren rotular sus negocios en español; a los separatistas que usaron a sus hijos como escudos humanos; a las mentiras y propaganda que el gobierno de la Generalidad utilizó para denunciar una supuesta violencia policial el 1 de octubre que no fue tal; a que el referéndum ilegal del 1 de octubre no contó con ninguna garantía democrática; a la persecución y amenazas que han sufrido los hijos de policías y guardias civiles en los colegios catalanes; al adoctrinamiento y utilización de los menores en las escuelas para acudir a actos separatistas. Nada. De eso no habló Évole. Más bien al contrario, el sable que partirá a Cataluña por la mitad es el auto de Lamela, según el Follonero.

" ¡Dónde vamos con este tipo de decisiones!" Exclamaba antes de reflexionar que "mucha gente, que no son independentistas, ven esto con enorme tristeza. Hoy debe haber poca gente en Cataluña que pueda estar satisfecha con una situación así".

Y se quedaron sin tiempo. Ni las hormigas, ni los juegos, ni las pruebas químicas, ni piscinas, ni fuegos artificiales ni coches dando vueltas de campana. El Hormiguero fue por y para Évole. Por Junqueras, Puigdemont y contra la juez Lamela cuya decisión "ha sido una equivocación enorme, no es la solución", sentenciaba el presentador de Salvados.

En definitiva, una hora de mitin contra las encarcelaciones de un Évole que arrancó su intervención en El Hormiguero confesando que no sabía muy bien qué decir y qué no porque la gente podía criticarle.