AQUELLA CARCEL DE VENTAS EN MADRID...

AQUELLA CARCEL DE VENTAS EN MADRID
En aquel día del mes de noviembre, del año mil novecientos noventa y cinco, circulaba un taxi de Madrid por la Gran Vía, cuando una joven de unos 30, años aproximadamente, le hizo la señal de parar, enseguida ocupo el asiento trasero del lado de la derecha, lugar que la mayoría de los ocupantes del taxi, siempre elegían, sin tardar demasiado tiempo, la viajera entablo una conversación con el taxista, y enseguida le comento, sí sabía lo que existía en su calle de Rufino Blanco, hace años, a lo que el taxista la contesto, que si, y que allí estuvo durante muchos años, la cárcel de mujeres de Ventas, que desde dicha calle, se veían las ventanas donde estaban recluidas las mujeres presas. La viajera se quedo pálida, sin saber que decir, en aquel momento era una urbanización cerrada de lujo, donde para ser propietario, tendrías que tener bastante dinero. La viajera le volvió a preguntar, cuando la conoció usted a esa cárcel. El taxista contesto, en el año de 1964, luego años más tarde fue derribada, las paredes eran de ladrillo macizo, pero estaban todas muy abandonadas, o sea un poco defectuosas, y las garitas de los vigilantes, se las veía igual de dejadas. La viajera, empezó de nuevo hablar, comentando, sí le hubiera conocido a usted, hace un año, no me hubiera comprado ese piso, donde todo son cosas raras, hasta los muebles se mueven de vez en cuando, y las luces se encienden sin dar los interruptores, hay noches que presiento que no estoy sola en mí casa, de vez en cuando los ruidos extraños, me hacen temblar, y encima nadie me dijo que fuera este lugar una cárcel de mujeres, me siento engañada, y además desde hoy empezaré a presentir, mucho más toda su historia, el taxista trato de tranquilizarla, pero en su mirada se notaba que algo demasiado raro la sucedía. La joven viajera se bajo del taxi, en la puerta de su vivienda, no sin antes darle las gracias al taxista por su información. Al entrar aquella tarde en su vivienda, el miedo parecía que la acompañaba, se dedico a mirar debajo de la cama, y dentro de los armarios, además de mirar los maleteros, todo parecía estar normal, nada hacía predecir, lo que aquella noche la joven viajera, tendría en su entorno, la lavadora inició su marcha sin echarla andar, y la televisión se puso a funcionar, sin haberla enchufado, además de sentir el telefonillo de la vivienda, que solo sin nadie llamar estaba dando señales. La joven trataba de calmarse, pero tantas cosas raras, eran imposibles de controlar, sin dar tiempo a todo aquel desastre, sonó el propio teléfono fijo. Y algún gracioso desde el otro lado del hilo, la comento. Estas en la lista de los muertos, de ahí nadie se escapa, y tus pecados nunca serán perdonados. La joven la dieron ganas de romper el teléfono, pero tan solo le lanzó algún insulto barriobajero. En aquel momento de nervios a flor de piel, el automático de la luz salto, dejando toda la vivienda a oscuras, y al verse en aquel momento con tal estado de cosas, quiso tranquilizarse, pero unas voces del piso de al lado, la pusieron mucho más nerviosa, en ellas se escuchaban los insultos a su vecina, por parte de su marido, llamándola de todo, menos bonita. La dieron ganas de salir corriendo de allí, pero su valor se dejo notar, agarrando un cuchillo jamonero de gran tamaño, se lleno de valor y encendiendo una vela, recorrió toda la casa, para ver sí existía algún ser extraño, que la quisiera hacer la vida imposible. Entonces sintió la palabra auxilio, de su vecina, y sin pensarlo demasiado, salió al pasillo del rellano de su escalera, y llamando a la puerta de la vecina, el marido abrió y se encontró, con aquella mujer histérica, con un cuchillo que le asustó, al verla y oírla decir, los hombres cómo tu tenían que estar muertos, el vecino se puso manos arriba, y la pidió calma, mientras tanto la vecina grito desde dentro de la casa, no entiende mí marido, que las cosas raras de esta vivienda, yo no las produzco, y la tiene tomada conmigo. La joven se quedo perpleja, al sentir dichas palabras, su caso no era el único, solo uno más en la cadena de asuntos paranormales. G X Cantalapiedra,