MANOS VIEJAS, Tribuna libre

MANOS VIEJAS.

Cada vez que los veo pulsar torpemente las teclas de un teléfono móvil o del mando a distancia del televisor, me doy cuenta de que sus manos son de otra época. Las de él se han curtido al calor de una caldera de carbón y han podado con destreza las varas de las cepas.
Las de ella han lavado ropa en las aguas frías del río, arrancando patatas de la tierra y remendando cientos de calcetines. Son manos arrugadas y moteadas por el tiempo, y guardan en sus surcos la experiencia de toda una vida de trabajo. Pero también son manos fuertes, que, pese a estar cansadas no se resignan a estar cruzadas sobre el pecho y todavía se sienten útiles. Les quedan muchas tareas que realizar, alguna tan importante como coger las pequeñas manos de sus nietos cuando salen del colegio y traerlos de vuelta a casa mientras escuchan historias de otros tiempos. A. R. Visto en un dominical.
Admiro la sensibilidad de las personas que son capaces de saber plasmar estas cosas y compartirlo con los demás.