Carmen Lomana con Mónica de Tomás, en la fiesta en el Palacio de Santoña, Tribuna libre

Últimamente pienso mucho, sí, porque cada vez entiendo menos el mundo que me rodea. O yo estoy absolutamente desfasada de lo que es normal: la vida, la educación, el respeto, la vergüenza, el pudor... o los desfasados son los que cada día me sorprenden con una nueva estupidez y disparate. Creo que en mi país ya no cabe un imbécil más tomando decisiones que nos afectan a todos. El martes abro el periódico y leo que el PSOE de La Rioja se niega a apoyar el español votando en contra de que sea la lengua vehicular de la enseñanza y la administracion a favor de potenciar el euskera. ¿El euskera en La Rioja? Siempre he sabido que los primeros vestigios escritos de nuestra lengua se encontraron en el riojano monasterio de San Millán de la Cogolla. Fue precisamente ahí donde un monje dio forma a las primeras palabras en nuestra lengua y Gonzalo de Berceo, el primer poeta castellano reconocido.

Esta maravillosa lengua nuestra que hablan más de 400 millones de personas en el mundo, segunda más hablada después del chino, algunos necios quieren relegarla y humillarla. Que en nuestro país se hable en otras lenguas o dialectos es algo muy loable y enriquece nuestro patrimonio cultural, pero nunca menospreciar nuestro mayor patrimonio. En español se han escrito las mayores obras maestras de nuestra literatura. Quevedo, Góngora, Miguel de Cervantes... y una lista interminable de autores, poetas y premios Nobel, muchos de ellos hispanoamericanos. ¿No es esto para sentirnos orgullosos de nuestra lengua? Nuestro periódico ha celebrado con una gran fiesta su veinte aniversario. Espero y deseo que como mínimo célebre otros veinte más. Nada se puede comparar a recibir el periódico cada día, su olor a tinta fresca mezclado con el de café y tostadas. Después viene la emoción y sorpresa al abrir sus páginas brindándote toda la información de lo ocurrido en el mundo. Si algo te interesa especialmente lo vuelves a leer, lo subrayas, recortas y guardas en una carpeta. Tengo una, repleta de estupendos artículos de momentos históricos. Internet es otra cosa... No se puede comparar. Es una ventana abierta al mundo, bien usado es una maravilla, pero leer, lo que se dice leer, que no me quiten el papel. Pueden llevarme la contraria con estupendos argumentos. Lo que pesan y el espacio que ocupan los libros; hay que limpiarlos, sí, ¿pero hay algo más bonito que una buena biblioteca? Entre las noticias que pueden cambiar nuestras vidas, por fin encuentro una en positivo: que desaparece en 20 o 30 años la gasolina de los coches y todos serán eléctricos, no contaminantes y silenciosos.

Pensándolo me lleno de felicidad, aunque no tenga muy claro cómo solucionaremos el follón de coches enchufados cargando batería, pero estoy segura de que se resolverá divinamente. La primera vez que me llevaron en un Tesla silencioso y sin tubo de escape sentí que había traspasando otra dimensión, que era una mujer del futuro. En la carrera del disparate y la necedad hay una información que me ha puesto atómica: el Ayuntamiento de Palma paga 2.000€ a una «psico-woman», Isabel Duque, para organizar una «chocho charla» bajo el lema «Empoderándonos desde nuestros coños». Así como lo oyen. En contra de la falocracia. Es tan bajuno y absurdo que como mujer me siento muy ofendida. No he visto palabra más fea y arrogante que empoderamiento y el título de la chocho charla, mejor ni comentarlo por pudor y educación.

Ayer leyendo un artículo sobre un personaje que adoro y admiro, la escritora francesa Colette, una mujer que rompió esquemas siendo toda su vida la más moderna, progresista y libre contra todos los prejuicios existentes en la Francia de principios del siglo XX aborrecía a las feministas extremas, a las que dedicaba palabras tan duras que ahora serían totalmente inadmisibles. Decía: «Se merecen el látigo y el harén». Pero ahora recuerdo que eso del látigo también lo dijo Pablo Iglesias: «La azotaría hasta hacerla sangrar», refiriéndose a la presentadora Mariló Montero. ¿Estamos locos o qué?