Más transparencia de la clase
política
Más allá de los datos concretos sobre el patrimonio personal, accesibles para todos los interesados a través de las webs del Congreso y el Senado, la novedad merece un análisis. Resulta llamativo que en las décadas transcurridas de
democracia no se hubiera puesto en marcha una medida de estas características y que cuando por fin se han hecho intentos serios para ello, hayan tropezado con mil y un inconvenientes impuestos por los partidos
políticos. La transparencia constituye, sin duda, una de las primeras obligaciones de la clase política, que no puede aferrarse a privilegios obsoletos, al mismo tiempo que reivindica un mayor reconocimiento social. Este último es necesario, puesto que no resulta aceptable para la
salud democrática que los políticos se hayan convertido, a la vista de los ciudadanos, en un problema, cuando deberían ser los artífices de las soluciones que se precisan para el buen
gobierno del país.
En esa mala percepción que la sociedad tiene de los políticos influye una cierta tendencia a mantenerse como una especie de casta aparte que es preciso romper. La transparencia y la normalización de prácticas como la publicación de su patrimonio serán una buena contribución.