Me llena de emoción y curiosidad, leerte en la descripción...

Los anacoretas.

– El segundo género es el de los anacoretas, o dicho de otro modo, el de los ermitaños

La RB no distingue entre los nombres de anacoretas y ermitaños. Ambos forman parte, como para S. Jerónimo y Casiano, del segundo género de monjes.
El termino griego anacoreta se aplica al que vive aparte. Es curioso observar que el verbo “retirarse” había adquirido en la época imperial y sobre todo en Egipto el de “retirarse al desierto” con objeto de escapar de los impuestos o de otras obligaciones civiles o militares que pesaban sobre los campesino. La RB lo utiliza como sinónimo de ermitaño.
Eremita indica al habitante del desierto, “eremus”. Poco usado en la lengua monástica y desconocido por los clásicos. Alcanza mucha difusión en la Edad Media
Los párrafos 3-5 del cap. 1 del texto benedictino tienen dos interpretaciones opuestas. Una insiste en la importancia doctrinal del párrafo sobre los anacoretas. La vida cenobítica es una preparación para la vida solitaria. De hecho esta significación es notable. Pero en la RM no tenía la misma importancia material que en la RB. En la RM, la descripción de los anacoretas es bastante más corto que la descripción de los sabaraítas, y casi imperceptible al lado de la larga sátira sobre los giróvagos. Y sin olvidar el largo final sobre el abad – doctor.
Al lado de todo este desarrollo doctrinal, los párrafos que se dedican al anacoreta, apenas tienen relevancia. El relieve que adquieren en la RB es simplemente efecto de la abreviación que hace Benito sobre este capítulo de la RM.
Otra interpretación opuesta es la de aquellos que ven el cap. 1 de la RB como una opción de vida cenobítica y que a través de unas cortas frases, ciertamente elogiosas, excluye el eremitismo. No parece razonable pensar que ni la RM ni la RB hayan pensado en una opción para elegir entre las dos clases de monacato. Abiertamente confiesan que la regla que escriben es para cenobitas.
En la RM, de “Generibus” era un texto que en su conjunto no tiene otra finalidad que presentar al abad- doctor. Es como el prólogo de cap., 2. Sigue evidentemente a Casiano. Por esto se ve claro la decidida adhesión del Maestro a la doctrina monástica de Casiano, que considera el anacoretismo, como camino totalmente legítimo e incluso superior a la vida común.
En esto se separa de Basilio, que no admite en absoluto la vida solitaria. En las vidas coptas de Pacomio, sin proscribir el anacoretismo, lo pone muy por debajo de la koinonia. El Maestro al apropiarse la conferencia 18 de Casiano, opta por una presentación del monacato, que no era admitida universalmente por el monacato antiguo.
No tiene que extrañarnos que Casino no hiciese suyas las doctrinas coptas sobre la superioridad de la vida común, ya que nunca conoció la obra de Pacomio. Pero sí que parece que conoció la regla basiliana. Nada le impedía reproducir la condena de Basilio de la vida solitaria. Esa circunstancia da cierto peso al elogio de los anacoretas que leemos en el cap. 1.
A pesar del pensamiento de Basilio sobre los anacoretas, no tiene el Maestro ningún problema en elogiar, junto con Casiano este género de vida. Y esto es tanto más notable, cuanto sus mismos contemporáneos no están unánimes sobre este punto.
Ciertamente inmediatamente después, mientras Benito hace suyo su capitulo 1, sin problema, Eugipio muestra cierto malestar con esta opinión, pues no solamente coloca la conclusión del Thema a continuación del 1 capitulo del Maestro para neutralizar la idea de pasar de la vida común a la soledad, con la invitación a “perseverar en el monasterio hasta la muerte”, sino que hasta la misma compilación termina con la condenación de Basilio a la vida solitaria y unas frases de Jerónimo, sacadas de contexto, para ratificar esta sentencia.
En las demás reglas cenobíticas desde los orígenes hasta el siglo VII, ninguna contempla el paso del monje cenobita, al eremitismo. La mención de esta eventualidad, aunque muy breve, y hecha en dependencia de Casiano, es una notable originalidad del Maestro. 47. Los anacoretas.
– El segundo género es el de los anacoretas, o dicho de otro modo, el de los ermitaños (1,3)

La RB no distingue entre los nombres de anacoretas y ermitaños. Ambos forman parte, como para S. Jerónimo y Casiano, del segundo género de monjes.
El termino griego anacoreta se aplica al que vive aparte. Es curioso observar que el verbo “retirarse” había adquirido en la época imperial y sobre todo en Egipto el de “retirarse al desierto” con objeto de escapar de los impuestos o de otras obligaciones civiles o militares que pesaban sobre los campesino. La RB lo utiliza como sinónimo de ermitaño.
Eremita indica al habitante del desierto, “eremus”. Poco usado en la lengua monástica y desconocido por los clásicos. Alcanza mucha difusión en la Edad Media
Los párrafos 3-5 del cap. 1 del texto benedictino tienen dos interpretaciones opuestas. Una insiste en la importancia doctrinal del párrafo sobre los anacoretas. La vida cenobítica es una preparación para la vida solitaria. De hecho esta significación es notable. Pero en la RM no tenía la misma importancia material que en la RB. En la RM, la descripción de los anacoretas es bastante más corto que la descripción de los sabaraítas, y casi imperceptible al lado de la larga sátira sobre los giróvagos. Y sin olvidar el largo final sobre el abad – doctor.
Al lado de todo este desarrollo doctrinal, los párrafos que se dedican al anacoreta, apenas tienen relevancia. El relieve que adquieren en la RB es simplemente efecto de la abreviación que hace Benito sobre este capítulo de la RM.
Otra interpretación opuesta es la de aquellos que ven el cap. 1 de la RB como una opción de vida cenobítica y que a través de unas cortas frases, ciertamente elogiosas, excluye el eremitismo. No parece razonable pensar que ni la RM ni la RB hayan pensado en una opción para elegir entre las dos clases de monacato. Abiertamente confiesan que la regla que escriben es para cenobitas.
En la RM, de “Generibus” era un texto que en su conjunto no tiene otra finalidad que presentar al abad- doctor. Es como el prólogo de cap., 2. Sigue evidentemente a Casiano. Por esto se ve claro la decidida adhesión del Maestro a la doctrina monástica de Casiano, que considera el anacoretismo, como camino totalmente legítimo e incluso superior a la vida común.
En esto se separa de Basilio, que no admite en absoluto la vida solitaria. En las vidas coptas de Pacomio, sin proscribir el anacoretismo, lo pone muy por debajo de la koinonia. El Maestro al apropiarse la conferencia 18 de Casiano, opta por una presentación del monacato, que no era admitida universalmente por el monacato antiguo.
No tiene que extrañarnos que Casino no hiciese suyas las doctrinas coptas sobre la superioridad de la vida común, ya que nunca conoció la obra de Pacomio. Pero sí que parece que conoció la regla basiliana. Nada le impedía reproducir la condena de Basilio de la vida solitaria. Esa circunstancia da cierto peso al elogio de los anacoretas que leemos en el cap. 1.
A pesar del pensamiento de Basilio sobre los anacoretas, no tiene el Maestro ningún problema en elogiar, junto con Casiano este género de vida. Y esto es tanto más notable, cuanto sus mismos contemporáneos no están unánimes sobre este punto.
Ciertamente inmediatamente después, mientras Benito hace suyo su capitulo 1, sin problema, Eugipio muestra cierto malestar con esta opinión, pues no solamente coloca la conclusión del Thema a continuación del 1 capitulo del Maestro para neutralizar la idea de pasar de la vida común a la soledad, con la invitación a “perseverar en el monasterio hasta la muerte”, sino que hasta la misma compilación termina con la condenación de Basilio a la vida solitaria y unas frases de Jerónimo, sacadas de contexto, para ratificar esta sentencia.
En las demás reglas cenobíticas desde los orígenes hasta el siglo VII, ninguna contempla el paso del monje cenobita, al eremitismo. La mención de esta eventualidad, aunque muy breve, y hecha en dependencia de Casiano, es una notable originalidad del Maestro.

No se merece el tal Jeronimo el tratamiento que le otorgas de Santidad sino todo lo contrario de Perversidad porque se declaro enemigo de Origenes que defendia la Iglesia Apostolica de la inicidad de Dios y lo denuncio ante el Obispo Juan que no se atrevio por el prestigio de Origenes. Posteriormente este pajarraco de Jeronimo le siguió acosando y le denuncio ante el Concilio de Alejandria que ordenoel apresamiento de Origenes, su tortura muriendo por esta causa en el 254d. C.
La Santidad en la Iglesia católica se conseguia cometiendo todo tipo de atrocidades contra el ser humano desde que fundara el mas criminal de los Tribunales como fue la Inquisición donde con horribles torturas y tormentos se le aplicaba al reo inocente para que se declarase culpable por no soportar estos tormentos y fue el Papa Inocencio III para combatir el catarismo, doctrina que se fundaba en volver la Iglesia a sus orígenes de la sencillez y la piedad. Ejemplos de falsa santidad en la Iglesia Catolica son: Agustin de Hipona, maniqueo primero y luego ferviente católico defensor de la represión de las otras corrientes cristianas; Tomas de Aquino otro falso personaje que defendia la tortura contra otras corrientes cristianas no católicas y por ultimo Vicente Ferrer asesino de minorías sefarditas en los Autos de Fe representados en el Medievo en la pintura castellana del siglo XIV en el Museo del Prado.

Me llena de emoción y curiosidad, leerte en la descripción que haces en tu post.-
que ciertamente nunca había leido
aunque si la teoria de la “Santa Inquisición” más o menos pegada a la realidad.

PERO:
Me dicen por otra parte que:
San Jerónimo, el santo y estudioso anacoreta, doctor de la iglesia

Hijo de una noble familia, fue educado en Roma, donde adquirió, a la vez que la ciencia y la cultura, costumbres disolutas, hasta que, convertido a pensamientos más serios, recibió el bautismo y se retiró al desierto, en los confines de Siria y de Arabia, y allí repartió el tiempo entre la penitencia y el estudio. Después se ordenó de presbítero y marchó a Roma allá por el año 381. El papa san Dámaso, que lo consultaba frecuentemente, lo empleó en diversos asuntos y particularmente en la traducción de la Biblia. San Jerónimo comparó todas las traducciones existentes con el texto original, corrigió los pasajes inexactos y tradujo nuevamente ambos Testamentos, Antiguo y Nuevo. Jerónimo era frugal, severo en sus costumbres, aunque demasiado adicto a sus opiniones, y su rigor le atrajo muchos enemigos y disgustos. Hasta sus últimos años, y a pesar de sus asombrosas penitencias y mortificaciones, le persiguieron los recuerdos de las pasiones del mundo y de los extravíos de su juventud; esta lucha, que de continuo lo turbó y agitó, seguramente influyó en el tono general de sus escritos y polémicas. Conocía el griego, el hebreo, el caldeo y las costumbres orientales, y no desdeñaba la erudición de las letras profanas, en cuya lectura se deleitaba en sus breves ratos de ocio. Sus obras, escritas en la soledad, tienen la animación que prestan los embates y la presencia de un numeroso auditorio. Jerónimo es elocuente con la pluma en la mano, improvisa y no compone; escribe, y sus ideas corren y se precipitan rápidas e inflamadas, y en esta elaboración del pensamiento, el giro es siempre espontáneo y la expresión pintoresca. Este mérito natural se revela muy particularmente en todo lo que escribió acerca de la Biblia, que expone en el sentido histórico, tropológico y místico. Su análisis es tan puro, que ha merecido ser adoptado por la Iglesia.

Atentamene como siempre de un Castor
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Si desde luego un hombre con una amplia cultura pero respecto a sus sentimientos humanos, persona voluble que origino comportamientos innobles como fue en el caso de Origenes.