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"Las fronteras siempre se han trazado con sangre". Esa frase de Ratko Mladic fue llevada al pie de la letra por el propio 'carnicero de Srebrenica'. Y en los Balcanes ya no hay, como hubo, sangre. Pero sí cicatrices. Muchas. Ahora, dos décadas después de una guerra que sigue pesando como una losa en Europa, las aspiraciones de los países navegan sobre aguas poco estables. En un lado, el ideal de ser miembros de la UE. En el otro, la intervención de la mano de Rusia en el día a día político y económico. Y no son posiciones compatibles, mucho menos desde que se inició la invasión rusa de Ucrania. ¿Qué pasa entonces en los Balcanes?
"Las fronteras siempre se han trazado con sangre". Esa frase de Ratko Mladic fue llevada al pie de la letra por el propio 'carnicero de Srebrenica'. Y en los Balcanes ya no hay, como hubo, sangre. Pero sí cicatrices. Muchas. Ahora, dos décadas después de una guerra que sigue pesando como una losa en Europa, las aspiraciones de los países navegan sobre aguas poco estables. En un lado, el ideal de ser miembros de la UE. En el otro, la intervención de la mano de Rusia en el día a día político y económico. Y no son posiciones compatibles, mucho menos desde que se inició la invasión rusa de Ucrania. ¿Qué pasa entonces en los Balcanes?