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Por dónde va el día
Queda inaugurado este pantano
El Mundial de Fútbol de Qatar, ese enorme pantano de hipocresía, corrupción, humillación y ridículo, ya está inaugurado. Solo con la foto del palco en el momento de la ceremonia inicial ya es para tragar saliva.

El que está ante el micro es el emir de Qatar, un dictador que persigue homosexuales, somete a las mujeres y esclaviza trabajadores migrantes hasta la muerte. A la derecha de la foto está el príncipe de Arabia Saudí, Mohamen Bin Salmán, que además de todo lo anterior conspira para descuartizar periodistas. Y entre ellos, el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, que antes del bochorno hizo un último intento de justificarse que ha cabreado aún más a medio mundo: “Me siento catarí, me siento árabe, me siento africano, gay, discapacitado, trabajador migrante”. Si fueras alguna de esas cosas, Infantino, no estarías precisamente ahí sentado hablábamos de cómo España, uno de los países con la sociedad menos homófoba del mundo, está muy callada para no molestar a la FIFA porque aspiramos organizar el Mundial de 2030. El rey Felipe VI es el único rey de Europa que ha confirmado su presencia en los palcos de Qatar. El miércoles le tenemos allí.

Malumor. Muchos artistas internacionales han acabado cancelando sus conciertos en Qatar cuando han visto que se estaban metiendo en un lío para su imagen. Se han librado de situaciones como la de Maluma, que en una entrevista en Doha dijo que eso de los derechos humanos no iba con él y se acabó levantando cuando le repreguntaron. Y mira que lo tenía fácil: le podría haber cuestionado al entrevistador, de la televisión israelí, sobre los derechos humanos en Palestina.
Hoy quizá veamos brazaletes arcoíris en alguno de los partidos, porque juegan Inglaterra, Países Bajos y EEUU. En fin, que esto solo acaba de empezar. Nos queda un mes de gestos, polémicas y contradicciones.

La guerra pesa más que el clima. El evento que debería haber atraído todas nuestras miradas es otro muy diferente: la Cumbre del Clima, que cierra edición con compromisos muy escasos y soluciones a la vieja usanza: pensando que el dinero lo arregla todo. Y no es así: la guerra pesa más que el clima y nadie renuncia a lo importante.