Rebelión vecinal contra los okupas: «Tenemos miedo...

Rebelión vecinal contra los okupas: «Tenemos miedo de las mafias que abren las casas. Nos amenazaron»

Eurovillas y Pezuela de las Torres se organizan contra el efecto llamada de las usurpaciones.

Carlota Barcala.

MADRID. Actualizado: 13/09/2020 00:44h.

En la urbanización Eurovillas, en Nuevo Baztán, se alternan los grandes chalés en los que habitan familias con solares abadonados y otros que, aunque parezca lo contrario, también tienen gente en su interior. No son propietarios o inquilinos, sino okupas que adquirieron las llaves a una mafia que opera en la zona por entre 350 y 400 euros. El municipio al este de Madrid se ha convertido en la nueva cara visible de la usurpación al tener, al menos, cincuenta viviendas con arrendatarios ilegales, según los registros del Ayuntamiento y de los vecinos. Estos últimos, desde hace casi dos meses, han formado una suerte de comitiva para poner freno a las nuevas okupaciones, hartos del efecto llamada que ha habido en la zona. «No tenemos miedo a los okupas, sino a las mafias que les abren las casas y los meten dentro. Nos han llegado a amenazar de muerte, con quemar los coches y decirnos que nos iban a enterrar», cuenta Ventura, uno de los propietarios damnificados.

«Desde lo del coronavirus, esto parece que es Jauja. Y los vecinos tenemos que pagar la luz y el agua que consumen por las derramas que hace el Ayuntamiento al estar ellos enganchados al cableado municipal», dice.

José y su mujer son vecinos. Compraron su chalé hace dos años y medio con el objetivo de vivir tranquilos a las afueras de Madrid, pero a los seis meses les robaron joyas y algo de dinero que había en el interior. Culpan de la problemática que vive la urbanización a un grupo de delincuentes, también vecinos, que se encargan de averiguar qué casas están vacías y pertenecen al banco. En ese momento, las señalan, cambian la cerradura, hacen las llaves y las venden a los nuevos «propietarios». Los vecinos llaman «matones» a esta banda. «Hace tiempo que existe esta problemática aquí, pero nunca hemos dicho nada por miedo», revela Isabel, la mujer.