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Las sucias manos de Vox
La educación sexual debe estar íntimamente relacionada con el odio a España y con la perspectiva de género en las matemáticas, a juzgar por el discurso de Abascal
BERNA GONZÁLEZ HARBOUR
12 AGO 2021 - 05:00 CEST
El líder de Vox, Santiago Abascal, durante un pleno extraordinario en el congreso de los diputados en Madrid.
El líder de Vox, Santiago Abascal, durante un pleno extraordinario en el congreso de los diputados en Madrid. ANDREA COMAS
La educación sexual debe estar íntimamente relacionada con el odio a España y con la perspectiva de género en las matemáticas, a juzgar por el discurso de Abascal, que como todo el mundo sabe basa sus análisis de la nueva ley educativa en estudios científicos de gran enjundia. Tanta que también sirven al PP. No constan en la metodología empleada, no obstante, aspectos cruciales que los especialistas señalan y que conviene tener presentes. Por si quieren ampliar miras.

El primero es que 700.000 profesores que presuponemos honestos, deseosos de ver formarse a los niños sin lavarles el cerebro, son los garantes de una transmisión de conocimientos que hoy pasa por incorporar los valores constitucionales y legales, entre los que cuenta la igualdad, la tolerancia o el consumo responsable. ¿Dónde está el escándalo? ¡Menos mal que van a educar en valores! Otros profesores ―muchos de ellos, curas o monjas sin formación― enseñaron a rezar por la vida eterna de Franco y obligaron a aprenderse el catecismo. En democracia, sin embargo, son gente seria, con carrera, y suelen enseñar los valores acordes a la legalidad vigente, que por fortuna está aprobada por mayorías elegidas en las urnas. Perdone usted, lector avezado, si esto le parece obvio, pero a Vox y el PP hay que recordárselo.

El segundo es que nos pasamos la vida señalando la importancia de la educación cada vez que nos topamos con problemones como la violencia de género entre adolescentes, las violaciones en manada o el acceso a las formas más procaces de porno en el móvil como la mayor fuente de aprendizaje sexual. Y es ahora, cuando el Gobierno pretende acometer estas carencias, cuando saltan las alarmas en PP y Vox. La educación sexual les da alergia por razones difíciles de encontrar en sus estudios científicos, por lo que les recordaremos que es más saludable manipular un simple condón en clase y dar anatomía en un contexto de aprendizaje que familiarizarse con el sexo grupal, dominador y sin afectos que saben encontrar en su móvil.

El tercero es que no hay educación sin valores. Tal vez ellos prefieran los del catecismo y la monja ignorante del pasado o la puntuación de la religión que introdujo el PP en su última ley. En general, nuestros impuestos pagan por una educación propia de un país democrático en la que los niños adquieran herramientas de ciudadanos respetuosos con el diferente, y no trogloditas.

“Quiten sus sucias manos de nuestros hijos”, dice Vox. Laven ustedes las suyas del odio, la intolerancia, el racismo, la xenofobia y la demagogia que se les han quedado pegados en el patio.