¿Qué le espera a España? Un retroceso evidente. En el terreno de los principios, un deterioro de los valores derivado de una ideologización divisora de la sociedad que permitirá la estigmatización de más de la mitad de la ciudadanía por el mero hecho de no ser social-comunista. También, la merma de las libertades que siempre han llevado aparejados los gobiernos radicales. En el ámbito político, a España le aguarda una regresión al revanchismo adoctrinador, a la fractura emocional y a la imposición sectaria de leyes que debilitarán al constitucionalismo y contribuirán a la destrucción del modelo territorial consensuado en 1978. Y en lo económico espera una sangría para el bolsillo de los españoles, especialmente de la clase media, a la que la izquierda siempre castiga para proteger su farsa del «Estado social» y las «políticas progresistas», el gran embuste terminológico que enmascara lo que siempre concluye en una regresión. Bajo la perversión del lenguaje, asistiremos a otra feria del gasto público, del endeudamiento, de la asfixiante presión fiscal y del desempleo. Sus recetas son de sobra conocidas en España.
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