Mientras ponemos en marcha nuestro negocio de anillas, te puedo dar alguna solución menos drástica que el zurriagazo del matamoscas. Pon en la cocina, en un plato, dos dientes de ajo pelados, un corte de limón con canela, una maceta de albahaca, y un trocito de algodón untado con dos gotas de esencia de menta.
¡Jesús! Toda una ceremonia, pero bien merece la pena si da resultado; confío mas en el negocio de anillas que a la vez que nos libra del molesto insecto, nos reporta beneficios. Habrá que pensar algo para que hacienda no se nos eche encima.