Mensajes de Taxistas, gindillas, autobuseros, samur, mensajeros, bomberos, policias y gente de mal vivir enviados por AdriPozuelo:

Bueno, entonces sí que eras, o eres alto. "El barbas" de la foto medía uno setenta y dos (1,72 m) y la auxiliar uno ochenta y cinco (1,85 m) lo que hace parecer bajitos a los demás.

Y estoy de acuerdo contigo en la cantidad de recompensas que recibes, claro que a mí también me gustaba darlas y por eso en más de una ocasión me llamaron la atención los jefes inmediatos.

Cada vez que me reprimían les decía que si creían que eso era una falta -y casi grave, según ellos, porque no era cometido mío ... (ver texto completo)
Pues nada, encantado y así lo haré.

También seguiré leyendoos por aquí y por dónde la lectura sea amena y entretenida, además de instructiva, pues siempre se aprende algo más y siempre se sabe algo más del Madrid que uno conoce, que aunque "trillao", siempre hay algún rincón que conocer por vuestros escritos.

Ya dejaré por aquí alguna "de taxistas" o de "pitufos", y si escarbo bien entre las meninges, seguro que de "ambulancieros" también habrá algún "trapo que tender" por ahí, no obstante ... (ver texto completo)
Hola chando, perdona que me entremeta en la conversación, por cierto, muy interesante y amena, al menos para mí como simple espectador, porque para vosotros como protagonistas ni dudo que lo es.

Me ha llamado la atención la coletilla de la anécdota, referente a la situación que das como precursora de la "cámara indiscreta", cuando por aquella época ya existía esta. Y me explico, o lo aclaro.

Dices que conducías un 124 y este coche salió al mercado en el año 1968, siguiendo hasta el 80 su fabricación. Pues bien: ¿Recuerdas, porque me figuro que sabrás quien era, a Simón Cabido, "el doña Croqueta" que actuaba como guiri inglesa junto a Juanito Navarro? Pues este hombre tenía un programa de cámara oculta -cuyo nombre precisamente creo que era Cámara indiscreta- en TVE (claro que era la única que había entonces en España), ya por el año 65.

Trabajaba yo entonces en una tienda de la calle Mayor, esquina a Milaneses y el almacén y taller lo teníamos en la de Santiago, en el nº 3 primer piso. De la tienda al almacén y del almacén a la tienda, me hacía unos cuantos viajes al cabo del día y, como sabrás también, había que pasar obligatoriamente por la de Milaneses, que es donde comienza la de Santiago. Pues allí, casi siempre en la esquina donde confluían Santiago, Milaneses y creo que la otra es la Costanilla de Santiago, se ponía un hombre, que si no recuerdo mal se llamaba Manuel -Manolo para amigos y gente del barrio-, con su motocarro, uno de aquellos descubiertos con caja baja detrás, de la casa Iso, no como aquellos otros con cabina que eran de la casa Vespa, como decía, se ponía allí a vender melones y sandías cuando era temporada, como de otras cosas atemporales.

Este hombre era "mu echao pa lante", "mu castizo", no solo en el hablar o decir, sino que también en sus andares "chulescos", así, como él mismo decía, "un geta" y fue objeto de una de aquellas cámaras ocultas. Si "cara" era el Cabido, a la zaga no le iba el amigo Manolo y tratando de dársela, creo que con la compra del género, vio algo raro en aquello y, que no picaba que no picaba, hasta que se le ocurre decirle al "gancho" que aquello era tan irreal, como que se trataba de una cámara oculta. Aunque creo que ya entonces dijo lo de "cámara indiscreta", pero esto da igual, no tiene importancia alguna.

El tal Manolo-que-no-cuela, se pone a mirar a su alrededor y localiza a poca distancia una furgoneta con los cristales negros, aparcada en doble fila un poco entrada la calle de Santiago. Según seguía hablando con el otro del tema de la venta, se dirige a la furgoneta disimulando que va hacia un conocido. Arrima la cara a uno de los cristales oscuros y se hace pantalla con la mano para evitar reflejos y poder escudriñar dentro del vehículo. Da unos golpes en la puerta y les dice que abran, que los ha "pillao".

Esto es lo que se vio en la tele, pues siempre llevaban al estudio el día de emisión del programa, a alguno de los incautos que picaban, según ellos al que más gracioso les había parecido, y al que no "caía" como en aquella ocasión pasó. Yo le vi esa noche por la tele en mi casa y vi todo el desarrollo de la broma hasta el final, que fue cuando daba su parecer o explicación de cómo descubrió "el pastel". Al día siguiente lo volví a oír contando la anécdota, usando su "puesto de ventas como atalaya parlamentaria", y al siguiente también, lo mismo que al siguiente del siguiente, y así hasta que la gente ya no le incitaba a ello. Menudos días de pavoneo tuvo porque había salido por la tele, y encima "había sido tan listo que no se la dieron".

Bueno, que esto no es por enmendarte la plana, sino porque al leerlo me ha sonado una campanilla en la mente y me he acordado de esto, de esta anécdota de mis vivencias en Madrid, que aunque no sea del mundo del taxi, lo he escrito por el mero gusto de escribir y contar.

Saludos ... (ver texto completo)