Mensajes de Madrid enviados por AdriPozuelo:

DESCUBRIENDO MADRID (III) Continuación

Qué cruz señor –en expresión muy usada por mi abuela-, hay que ver la de accidentes que ocurrían por estas negligencias y otras parecidas. ¡Mira que dejar en manos de los niños estos cometidos! Como la que le ocurrió a un vecino mío llamado Jesús y que debido a que tenía la mayor parte de la cara quemada, a un compañero de colegio le dio por llamarle “carachota”; por lo que se quedó con aquel mote y todos le conocieron en adelante por Jesús “el carachota”. ... (ver texto completo)
Al "terminar la ronda" se solía acabar en San Ginés, tanto al salir de los teatros, como de los cines -de la última sesión, aquella que comenzaba a las 23, o 23 y pico-, e incluso cuando salías del Carnaby a las tantas y antes de irte para Pozuelo te pasabas por allí, te tomabas un chocolate con churros o porras y..., carretera y manta, que a las nueve había que ir a trabajar.

Eso cuando el trabajo estaba en el pueblo, que cuando trabajaba en Madrid, en la calle Basílica, cuantas veces me he ido ... (ver texto completo)
Estación del Norte,
o de Príncipe Pío,
antes de su conversión
a intercambiador.

DESCUBRIENDO MADRID (II)

Acostumbrado a ver 6 o 7 vías en una estación, que serían las que habría en la de Pozuelo, aquello fue algo muy fuerte para mí. Me puse a gritar como un energúmeno llamando a mi madre, para hacerla partícipe también y que pudiera disfrutar de aquella maravilla. ¡Madre, mira! ¡Mira cuantas vías hay! Y mi madre: Que sí, hijo. Que yo ya las he visto. Y yo vuelta a insistir. ¡Pero mira, mira ... (ver texto completo)
Buscando en mis carpetas de fotos, entre todas las que tengo de Madrid, he localizado dos donde aparece, algo borroso eso sí, la estatua de este ángel. Están tomadas desde la Plaza Mayor, delante del arco de la calle Ciudad Rodrigo, por una cámara de vídeo que también hace fotos, pero éstas no suelen salir muy nítidas. Marco el sitio donde se encuentra, por si al ampliar la foto no lo podéis apreciar.

Parece ser que está sobre el edificio que queda enfrente del de la Calle Mayor nº 50 -por lo ... (ver texto completo)
Bueno, por la calzada no van, tanto las unas como los otros, sino que van por la acera, como se puede apreciar en las cuadrículas.

Creo que conoces Madrid y sabrás que la gran vía tiene unas aceras muy anchas, y sobre todo las del tramo que va de Callao a la Plaza de España.

No sé si entonces sería como un poco más tarde, unos años después, que los guardias municipales -Policía Municipal creo que se llamaba el cuerpo- "los del orinal" del decir popular, cuando veían peatones caminando por la ... (ver texto completo)
Tengo escrita "una especie de novela" sobre Madrid. La presenté en un concurso, pero lo que fui a recoger fueron los tres ejemplares que presenté, en vez de uno de los premios. Pensaba ponerla aquí "por entregas", pero me gustaría que me dijeseis si lo creéis oportuno, sino, no sigo, y aquí paz y después gloria.

DESCUBRIENDO MADRID

Habíamos llegado.

Después de un viaje de 15 minutos desde Pozuelo de Alarcón, que era donde vivíamos, y tras cruzar el Río Manzanares, estábamos por fin en la ... (ver texto completo)
¡El Circo Price! "Ahí es ná" El ná, es por el circo en sí y por los años que han pasado.

Según iba leyendo la descripción del circo, me iba acordando de todos esos personajes ¡y por el mismo orden que los enumeras! Hay que ver. ¿Sabéis -y esto lo digo en plural, pues va para todos los que lean esto-, que lloré cuando me enteré que el Circo Price había sido demolido? Luego, ya de más mayor, cada vez que he ido viendo las aberraciones que se hacían, según los caprichos del alcalde de turno, no lloraba, sino que "rabiaba" de mala leche que me ponía. Anda que no deben estar hasta los bemoles el oso y el madroño, aunque quizás fuese más correcto decir los ovarios, ya que es una osa, aunque nos haya dado a la mayoría por cambiarla el sexo, vamos, que deben estar hasta las narices también de que les cambien tanto de sitio y en tan poco tiempo transcurrido de una vez a otra.

Como a La Mariblanca, que a otra que tal. ¿Y para qué? ¿Para haber quedado una Puerta del Sol como la que han dejado, que le sientan a la plaza todas esas "bellezas", junto a las cristaleras con bronce fumé, como a un santo dos pistolas? Y se quitaron los neones que había sobre las cornisas, como -y valga como ejemplo- aquél de medias Berkshire, que aparecía iluminada intermitentemente el "pernil" o "jamba" de una acristalada y tumbada "gachí" que enseñaba en cada subida unas puntillas que, con mucha imaginación, podían ser sus bragas. Pues bien, al igual que el del "Tío Pepe", ¿no se le podría haber dejado, otorgándole el mismo interés a ambos y como hicieron con el de Osborne, "El Toro"? que nada menos que se le encumbró a monumento nacional. ¿Y por qué? Pues a mí se me figura -y no asevero nada, pues de cierto no lo sé y no se puede acusar a nadie sin pruebas-, conjeturo digamos, que la cosa es tan simple como que a las unas se les fue la marca al garete y a los otros aun no, aun existen los Domeq y los Osborne, que no es tanto la marca de "caldos" como los apellidos que representan. Porque, lo de pagar por exponer la publicidad, no sé si la pagarán. Y encima tienen lugar preferente: "la fiera" en su ambiente campestre y "el del cordobé y la guitarra" en el ambiente jocosofestivo que; ¿qué mejor ambiente festivo que el de la Puerta del Sol, que año tras año se brinda y se celebra copas en alto? Aunque con el "fino" no creo que brinde ni uno.

He leído en algún escrito anterior, y perdonar que no recuerde quién lo ha puesto, que decía que dónde estaban las fuentes que había en Madrid y me he figurado que se refería a las de grifo, a esas que te encontrabas cuando ibas andando por la acera y te aplacaban la sed o te aliviaban el sudor. O, ¿por qué no decirlo? se aclaraba "la bayeta", después de haberla pasado sobre el parabrisas para quitar aquellos pegajosos insectos que se adherían. Al igual que otros, que además la usaban para darle una pasadita a la chapa, también, en lo que se esperaba en la fila a que se fueran ocupando los coches, que tras la bajada de bandera por el primero y partir con rumbo al destino que le indicara el cliente, había que ir adelantando puestos, empujoncito a empujoncito y bayetazo a bayetazo intercalado, hasta conseguir la deseada bajada y salir "pitando" si fuese necesario.

Años después, aunque no se puede decir que recientemente, se aclararon hasta jeringuillas. Y lo verdaderamente malo de ésto, era que hasta se metían dentro del caño del grifo para absorber el agua a tirón de émbolo.

Por eso, por eso precisamente oí decir en alguna ocasión, y no sé a quién, que las habían quitado de la vía pública porque eran un foco de contaminación, infección e intoxicación para los ciudadanos. ¡Venga ya, hombre! Bueno, quizás pueda ser congruente la medida, quizás, pero después de ver tantos hechos incongruentes...

¡Ah! Y de tostón nada chando, que yo me he deleitado con el contenido.

Saludos ... (ver texto completo)
Pues creo que sí que siguen ellos mismos allí, Igancio y su mujer fueron los fundadores, y según veo en la página suya, dice que se mantiene hoy, aunque sigue con. "como lugar de referencia en el asado" y etc., etc., etc.

Creo recordar, si es que no me falla la memoria, que Ignacio tenía, o estaba empleado en, el Mesón La Tortilla, en el centro de la población, en un barrio que tenía la Calle Agua y la Calle Tierra.

El bar era muy pequeño y estaba a la entrada de la calle, a la izquierda a ... (ver texto completo)
¿Y de las carreras de camareros se acuerda alguien? Yo, de Madrid me acuerdo de las que se celebraban en San Antonio de la Florida que son las que he llegado a ver, aunque creo que se celebrarían también por otros barrios, ya que era "un deporte" que se practicaba por muchos sitios. ¡Hasta en mi pueblo, Pozuelo de Alarcón se celebraban, llegando a participar yo en alguna. No gané en ninguna de las que participé, pero puedo asegurar que me lo pasaba pipa; al igual que todos claro.
Bonita foto Luz. Y no solamente por el sexteto "espalderil", sino por todo el conjunto.

Como réplica o contrapartida, dejo esta que está tomada aproximadamente en el mismo lugar; la Gran Vía, desde luego, y también por los años 50.

Si te fijas bien en las fotos, ellas subían hacia Callao, por el edificio que se ve enfrente y que hace esquina con esa plaza y Gran Vía (aunque por aquél entonces creo que así no se llamaba) y el cine Lope de Vega que queda a su derecha. En la de los hombres lo ... (ver texto completo)
Se corresponde a ese abrazo con otro entrañable.

Esto que dejo aquí, es un pasaje de aquella época, una vivencia por Madrid; por el Madrid de "mis pecados", como decía mi madre y no sé por qué. Quizás otro dicho popular, sin explicación fácil de comprender, ya que, que yo sepa, poco pecó mi madre por aquellos "andurriales" y tanto como a mí le gustaban.

POR LAS CALLES DEL MADRID DE LOS 50

La verdad es que las cosas no son iguales para todos, aunque las hayamos visto, vivido y disfrutado ... (ver texto completo)
¡Ah, claro! Así sí, con esa pista como para no dar con él. ¿No es el establecimiento de la foto? Juraría que sí.

Ante el escaparate me paraba tanto al ir a coger el metro -salida, o entrada a Mayor- como cuando regresaba a la tienda. Era todo un placer aspirar y deleitarse con los olores que subían de la cocina por los respiraderos a ras del suelo, que estaban por debajo de los escaparates. Solía haber tanta gente en la acera como dentro del local.

Lo que más me compraba eran pepitos fritos ... (ver texto completo)
Bueno, no dominar, pues ni tan siquiera entraba, ya que algunos los conozco de pasar por allí de camino a los diversos recados que hacía a lo largo del día.

Yo, entonces, cuando trabajaba concretamente en la calle mayor 50, junto a Chiky (que al no recordar cómo se escribía puse CHIQUI), tenía de los 15 años, que fue cuando entré, a los diez y siete, casi para diez y ocho, que fue cuando me fui. La tienda era de radioaccesosrios y el dueño se llamaba Federico Tresguerras. Estaba entre la cafetería y una tienda de electrodomésticos de la casa GRUNDIG.

La tienda después fue un negocio de tintorería o limpieza de prendas de vestir; cuando he pasado hace poco aun existe, pero está cerrada, al igual que la cafetería, pues el edificio está en ruinas. La verdad es que ya estaba así cuando yo trabajaba allí, pero no tanto como ahora cuando lo vi por última vez. El edificio, que es el que hace esquina con Milaneses, tenía su entrada por esta calle, aunque la tienda tuviese numeración de la de Mayor, y algunos balcones, al igual que la escalera en algunos tramos, estaban apuntalados.

Lo que recuerdo es que un poco más abajo, hacia la Puerta del Sol, y creo que esquina a Bordadores, o la de más abajo, había otra cafetería Chiky, o quizás fuese el pub del que hablas, no lo recuerdo bien ya que entré pocas veces; pues así como tres y alguna años después ya estando casado y ser "una persona seria" (¿?), una o dos más.

En la Casa Gallega sí que entré en varias ocasiones (cuando pasé por allí hace unos meses vi que el restaurante es de estilo argentino, si es que no estoy equivocado o "se me han cruzado los cables").

El establecimiento que dices, de lo más antiguo de Madrid, no "caigo" cual puede ser, ya que como te digo he frecuentado pocos. Pero se me viene a la memoria, por lo de estar llenos casi siempre, Casa Labra, el mesón Terra a nosa -creo que se escribe así-, la chocolatería-churrería San Ginés, la Taberna Real y no recuerdo ahora mismo más, de los que visitaba. Bueno, hay unos cuantos más, sobre todo mesones, pero la lista sería larga y además, no es que fuera asiduo de todos ellos.

Saludos ... (ver texto completo)
La Calle Ciudad Rodrigo
y la Plaza Mayor

Leyendo sobre los calamares de la calle Postas y de Ciudad Rodrigo, me ha traído el recuerdo de cuando trabajaba yo por allí en la calle Mayor; concretamente frente al Palacio de los quesos y según se miraba hacia la izquierda desde la puerta de la tienda, junto a la Cafetería Chiqui, esquina con Milaneses, tenía la cale Ciudad Rodrigo.
En ésta y en la de Postas, por la mañana me compraba en muchas ocasiones el bocata calamares, al igual que muchas noches cuando íbamos de mesones por las Cavas.

La foto es de un dibujo a lápiz que realicé en el año 1964, desde la entrada, junto a una columna, cerca de una tienda que había haciendo esquina con Mayor que tenía varios escaparates llenos de pollitos al calor de unas potentes lámparas. ... (ver texto completo)
Foto de la M-30 tomada desde el coche, cerca de La Elipa.

Pues sí iba y cómo digo, también al Pleyel y al Montera, pero nunca tuve "un percance" con nadie.

Una vez fui con mi hermano pequeño, el que me seguía en edad, al Montera a ver una de Pili y Mili: "Whisky y vodka". Yo ya había estado entre semana y no tuve problema alguno en la puerta para entrar, así como tantos otros días y en los otros cines lo mismo, pero como mi hermano tenía aun más cara de niño de lo que era (tenía 13 años y yo ... (ver texto completo)
Bueno, yo me movía más por las del pueblo y otros pueblos de la provincia, pues cuando ya tenía edad para ir a estos sitios ya tenía coche y hacíamos la ruta de nuestro "bacalao" particular: Las Rozas; Majadahonda; Arganda del Rey, Colmenar Viejo; El Escorial..., etc., además de asistir a las que había en Pozuelo y Aravaca, que unas estaban en el pueblo y las otras nos quedaban cerca.

A las de Madrid capital, aunque entonces no eran discotecas aun, íbamos a las de la cadena Consulado, calle Atocha, ... (ver texto completo)
Billete de Metro del año 1981

Yo llegué a ir en dos ocasiones al comedor de la calle del Barco, ya que estaba cerca del garaje donde trabajaba. Lo decían "de los comedores de la sopa boba", no recuerdo si era de Hermandades o no.

Al Parque Sindical de Puerta de Hierro he ido en varias ocasiones, pero bajábamos desde Pozuelo de Alarcón, que era donde vivía yo entonces, con amigos y ya siendo mayorcito -de los 17 a los 19 años-, siendo por aquél entonces cuando trabajaba en la calle del Barco. ... (ver texto completo)
Quien me iba a decir a mí, que el que veía pintando como si fuesen fotografías, había de ser un gran pintor reconocido y de fama mundial. Me enteré años después, cuando vi el cuadro, no recuerdo dónde, de que era aquél pintor que veía por las mañanas, aun con las pocas luces de las seis o siete de la madrugada, dándole a los pinceles con la paleta en la otra mano y alguno cogido por los dientes.
Como era raro que no pillase cerrado el último semáforo de la Gran Vía, ya esquina con Alcalá, ante ... (ver texto completo)
¿No es éste un cuadro de Antonio López? Este se lo vi pintar en directo en las madrugadas de los fines de semana que yo pasaba con mi choche por la Gran Vía a la de Alcalá, camino de mi trabajo por aqué entonces en el Hospital Gregorio Marañón.
Saludos
verdeorilla, chando y ventosillano:

vengo leyendo vuestras vivencias en el taxi por este nuestro Madrid de “nuestros pecados”, que a tantos nos ha formado en la vida; tanto en lo profesional, como en lo particular o de divertimento propio y meramente festivo-juerguista algunas veces, quizás muchas, tanto de noche como de amanecida.

Me encanta leer y si es en plan anécdotas personales como históricas, me siento, y ya se me puede quedar el culo cuadrado que ni me entero; solo que al levantarme ... (ver texto completo)
¡Anda que...! Las coges lloronas, eh? Más te valdría disculparte y "llevarte la música a otra parte", pues este no es "el auditorio adecuado" para tamaño sonsonete.
Este es SOBRE MADRID, a ver si te enteras, como así ha hecho tu interlocutor. Y añadiría un dicho típico de "por aquí" ¡ESPAVILA, QUE ESTÁS EN MADRID!
He leído lo que escribes, detenidamente. Tu forma de proceder, en sus frutos, es vil y mezquina. Tu consciencia no produce con Justicia, ni con equidad y amor para el prójimo. Los bienes que el Cielo me transmite y yo te traspaso, no son tonterías como dices, sino bienes de paz y los medios de un progreso evolutivo para el físico y el espíritu. Tú argumentas que dices lo que te da la gana, pero al mismo tiempo pones en tus palabras los sones de tu egoísmo ciego y maligno. Actuando como haces, nunca ... (ver texto completo)
¿Aquí va eso de ¡amén! no?

Claro que mi abuela decía: "Lo dijo Blas, punto redondo" y también: "a los locos hay que darles la razón". Contigo es obvio.
Gracias a ti por leerme y por tu comentario, pues es un placer conseguir evocar un lugar con unas cuantas palabras. Y sí que hacía frío en ella; en invierno, claro está.

Saludos
En este Foro, se puede hacer buenos amigos, tomarles afecto y mantener con ellos una relación afectiva. ¿Eso te molesta? Pues, te aguantas. ¿Por qué buscas torcidas intenciones donde no las hay? Buen pájaro estás tú hecho. Debes ser muy infeliz estando siempre tan amargado.
Que te sea leve.
A mí me parece bien que se hagan amistades, incluso si las haces tú, fíjate, que no me molesta en absoluto. Pero que vengas "predicando" por todos sitios, es de demencia (quizás senil ya majete).
Y no he buscado torcidas intenciones, he ido directo, al grano: dices tal cantidad de tonterías, allá por donde pasas, que ya está bien; pareces idiotizado con la prédica leches. Y si te molesta que te digan la verdad, lo que uno piensa, pues majete, en tu mano está el que no lo haga; no sigas diciendo ... (ver texto completo)
¿Por qué no abres un foro especialmente para ti, para tus prédicas y tus evangelizaciones? ¿Es que tienes que ir dejando tanta simpleza, cursilada o jimplada, o himplada, por todos los subforos?

Creo que éste va sobre Madrid.
Estación del Norte o del Príncipe Pío, en su estado contemporáneo.

Estación del Príncipe Pío

Al bajar del tren, te recibía el bullicio soberano de una estación central de ferrocarriles: sonidos de locomotoras, sus olores y sus humos, los que casi se masticaban, ruidos estridentes; todo ello muy natural en una estación principal.
El trajín que allí había era frenético. Los mozos de cuerda –aún se les seguía llamando así-, con sus guardapolvos azules, estrechos por arriba y anchos, muy anchos, por abajo, con su gorra negra de visera, unos, otros con boina, corrían en todas direcciones.
Estos hombres me recordaban a los mieleros de La Alcarria que pasaban por delante de casa, con dos barriletes de madera llenos de miel y el cazo para servirla, sobresaliendo por un orificio de la tapadera, metidos ambos en una alforja de tela gris, colgada de un hombro, y una cesta de mimbre colgada del brazo opuesto, donde llevaban quesos manchegos. Tras apearse del tren por la mañana, callejeaban por el pueblo hasta el atardecer con su pregonar: “- ¡Ha llegado el mielero! ¡Miel de la Alcarria! ¡Buena miel y queso manchego!”
Todos los mozos llevaban un carrito de mano, con dos ruedas muy pequeñas, para trasportar las maletas de los viajeros. Unos los llevaban vacíos, otros llenos o con alguna maleta, circulando éstos en dirección contraria a los otros por los atestados andenes.
Los primeros corrían hacia los trenes sorteando a los que íbamos por los andenes, unos indolentes, otros muy apresurados. ¡Que voy, que voy! ¡Paso, paso! Gritaban, avisándote para no ser arrollado. También había unos trenecillos eléctricos con varias vagonetas de plataforma, rodando sobre cuatro ruedas de goma cada uno, conducidos por un hombre que, puesto de pie sobre una pequeña plataforma, iba mirando al frente.
Unos iban a recoger equipajes y otros se cruzaban ya con las plataformas repletas de maletas, sacos, cajas de madera y de cartón, y bultos envueltos en arpillera, cosidas con cuerdas. Tanto los de a pie, como los de los vehículos, hacían carreras por ver quién llegaba el primero a "llenar". Menos el del correo, pues ese tenía la carga asegurada, al igual que las habichuelas.
Corrían hacia los trenes de largo recorrido que llegaban del Norte; nombre propio de la estación, o del Príncipe Pío, por encontrarse en la parte baja de la antigua montaña homónima, que aunque llamada así desde tiempo inmemorial, no pasaba de ser una loma, donde en su meseta quedaban las ruinas del antiguo Cuartel de La Montaña, testigo de excepción de la historia bélica de Madrid, con ocasión de fechas tan señaladas como la del 1808 y la de 1936.
Como pude comprobar en sucesivos viajes, allí –en la estación- confluían los que venían de Santander, El Ferrol, La Coruña, Lugo, Ponferrada, Valladolid, León, Salamanca, Zamora, Burgos, Palencia, Ávila, Segovia, Bilbao, Vizcaya, Vitoria, Irún, Hendaya y otros destinos que no recuerdo, y los especiales como el de Las Rías Altas y Las Rías Bajas, el Talgo, el TAF y el CAF. Estos tres eran los más rápidos, los “ave” de entonces, siendo el primero de invento español –de Oriol- y los dos últimos procedentes de la FIAT de Italia.
El segundo grupo de carretilleros, con sus carritos ya llenos de equipajes y bultos varios, y caminar más lento, se dirigían al despacho de facturación de equipajes o a la parada de taxis, que momentos antes habíase quedado al completo, pues acudían en masa avisados por la emisora de radio que transmitía la llegada de los trenes.
Dentro del recinto de aparcamiento, desde la entrada y junto a la valla, formaban dos filas que bordeaba el interior de éste, terminando ante las puertas de salida de viajeros de la estación. También continuaban por el exterior, pegados al bordillo de la acera que subía hacia la Cuesta y Paseo de San Vicente, una, y la otra, alineados junto al bordillo que quedaba por frente a la estación -junto la acera de la izquierda del paseo-, siendo su frontal hacia la plaza y la retaguardia extendida en dirección a San Antonio de la Florida, nombre que también tomaba el susodicho paseo.
Llegaban a formarse dos filas considerables, alternándose los vehículos de una y otra para entrar a recoger viajeros -cargar, como ellos decían-, según iban saliendo otros ya alquilados. Semejaban a largas hileras de “procesionarias”, ya que quedaban parados muy cerca unos de otros, de tal forma, que parecía que estaban pegadas las delanteras con las zagas.
Al ir pintados de negro y llevar por la parte superior de las aletas, y a ambos lados, una franja roja que iba horizontalmente desde los faros hasta los pilotos traseros, más los destellos y movimientos que se reflejaban en sus superficies, pues el coche lo llevaban limpísimo, al menos por fuera, se hacía más patente la ilusión óptica que los semejaba a dichos gusanos.
Otros viajeros, o pasajeros, bajaban del tren y continuaban por el andén haciendo lo mismo que venían haciendo en sus asientos dentro del vagón; seguir imbuidos en la lectura. Los viajeros leíamos de todo durante el viaje: periódicos, novelas, revistas o libros y así continuábamos algunos por el andén, al encaminarnos a la salida.
Unos nos dirigíamos hacia la parada del metro en el interior de la estación, o bien a la del exterior, sita en el aparcamiento, así como a las de fuera del recinto que quedaban sobre las aceras del paseo, según las preferencias o manías de cada cual. Había quienes decían que, en tal entrada había menos cola en taquillas que en otras. La verdad es que según horas punta, había cola en todas y si no era hora punta, no había espera en cualquiera de ellas, por tanto: ¿no eran manías aquello?
Otros se dirigían a las paradas de autobuses, en el paseo, incluso alguno que otro a tomar un taxi, ya que si lo tomaban dentro pagaban un recargo por el canon de estaciones y aeropuertos que se sumaba a la bajada de bandera.
La mayoría de los lectores íbamos andando sin despegar la vista de la lectura y al igual que los mozos, sorteábamos a los peatones en dirección contraria; adelantábamos, o rebasábamos, a otros que caminaban en nuestra misma dirección, con indolente caminar más acusado que el nuestro; esquivábamos columnas y carritos, e incluso, bajando las escaleras del metro y más allá, seguíamos enfrascados en la lectura. Sí; en el metro; a su salida; cruzando calles y plazas... No sé de otros, pero mi más allá solía ser hasta la entrada del trabajo.
Entre todo este devenir de carritos, trenecillos, peatones y viajeros, desde que se bajaba del tren hasta llegar a la salida, había todo un mercadillo ambulante. Y entre todos ellos, también podíamos ver alguna figura que, taciturna, quedaba en algún andén, con “sus bultos” en el suelo, pegados a sus pies y sentada sobre alguna de sus maletas, en actitud de fastidio, quizás por no haber sido recibida por quien esperaba; aquél familiar o allegado que te abraza, te besa, o te come a besos, hasta la asfixia, apenas desciendes del tren.
Nos encontrábamos con los vendedores de cigarrillos y golosinas, llevando una cesta colgada al cuello, rebosante de mercancía. Éstos incluso subían a los trenes en marcha, antes de su parada final, disputándose la primera venta, como subían a los coches de largo recorrido antes de partir.
También estaban los que con sus quiosquillos móviles –carritos de dos o cuatro ruedas-, te vendían prensa diaria, revistas y golosinas, más otros que vendían mecheros y piedras para los mismos.
También encontrábamos por aquellos andenes, al igual que por cualquier calle o lugar de Madrid, al que arrastrándose sobre una especie de alfombra de goma, o de cualquier otro material -la cual llevaba atada a la cintura pues le faltaban las piernas-, pedía limosna y vendía coplas, o coplillas, y cancioneros.
Dos de estos inválidos –de guerra según rezaba el cartelito que lucían sobre el pecho, junto a alguna medalla al valor-, los domingos y días de fiesta por la tarde iban a venderlas a Pozuelo de Alarcón, por las inmediaciones de la estación y de los bailes de verano “El Pénjamo” y el “Tip-Top”.
Encontrábamos también cerca, o junto a la salida, a la ciega o ciego de la ONCE con su bastón blanco y sus "iguales para hoy". - ¡Llevo “la niña bonita”! –decía una- ¡Llevo “el trece”! –contestaba el otro-. Igual los podíamos ver junto a una puerta que junto a una esquina, de la que solían ser asiduos, así como a las entradas de edificios dedicados a diversas actividades.
Inmediatamente después de quedar despejados de viajeros los andenes, eran invadidos por los empleados del servicio de limpiezas, que con sus carritos donde llevaban los baldes de madera, los cepillos con sus largos mangos, escobas y productos de limpieza, se disponían a dejar los coches impecables, dispuestos para ser ocupados por otros viajeros minutos después.

A la Estación del Norte, cuando aun era importante.

AdriPozuelo (A. M. A.) ... (ver texto completo)
¿No será culpa del conductor y no de la rotonda? Porque, o has exagerado, o ya hay que ser malo como para dar ocho vueltas en cualquier rotonda, da igual en la ciudad que sea. Eso solo ocurre en las películas.
Sobre que los conductores de Madrid son malos y que peor que los italianos, tampoco estoy de acuerdo. No se puede generalizar, los habrá malos y los hay buenos, pero es en la ciudad donde mejor conduzco con el coche. Además, yo tengo oído, y por tanto entendido, que los conductores de Madrid ... (ver texto completo)
Adorno navideño en el Pº del Prado,
para las navidades de 2009, tomada desde el coche
el día seis de diciembre.

Ese día, salimos de casa -desde Casarrubios del Monte, en Toledo- con la sana intención de visitar el centro de "mi Madrid" por la tarde-noche, dejando el coche aparcado en alguno de los aparcamientos cercanos. Quería mostrar a mi compañera -venida de Argentina hacía tres meses- el centro engalanado para las fiestas que se avecinaban, las cuales las teníamos "a la vuelta de la esquina" ... (ver texto completo)
Dibujo a lápiz,
de la calle Ciudad
Rodrigo y la plaza
Mayor, realizado por mí.

¡Que si es verdad!: como de que estoy escribiendo. Y sí, creo que es un privilegio verlo pintar, y más cuando admiras al personaje y te gusta pintar.
Cuando yo tenía diez y seis años trabajaba en la calle Mayor, frente a la calle Ciudad Rodrigo que da acceso a la plaza Mayor, y en las horas libres me dedicaba a dibujar por allí: dibujé a lápiz la calle ciudad Rodrigo: la estatua de Felipe III en la plaza Mayor: la de Felipe IV en la de Oriente: la puerta de Alcalá: la Cibeles: algunas entradas y fachadas de mesones de las Cavas; el mercado San Miguel, y muchas bellezas más que me llamaban la atención.
Hoy solo conservo algunos dibujos de entonces, pero de Madrid tan solo el de la calle Ciudad Rodrigo, los demás, algunos los di y otros que se quedaron en casa de mis padres cuando me fui al casarme, ni sé donde habrán ido a parar.
Me acuerdo de los serenos muy bien: ¡"cagonlá"! que diría otro. Iban vestidos con el guardapolvos gris largo unos y otros llevaban un blusón, que no sé si se decía así, que les quedaba a mitad de los muslos, parecidos a los de los mozos de equipajes, de antaño, de las estaciones de RENFE. Iban "armados" de un chuzo, o de una porra de madera, la cual la llevaban sujeta a la muñeca con un cordel. Y por supuesto el gran manojo de llaves y "llavines", que, paradogicamente son más grandes que las llaves, y pesados. ¡Menudos pedazos de llaves que eran! Hoy solo se ven de adorno, como cosa antigua, al igual que los grandes ojos de las cerraduras para las que servían, en algún portón que otro. Aunque en algunos de los viajes que me doy por muchos pueblos, he visto que se usan aún.
Se les llamaba como tú dices y también dando palmas, y hasta que contestaba vvaaaaa. había dado tiempo a calentarse las manos si era invierno, si era verano te ardían. Al ratito de haberle oído contestar, le veías aparecer por una esquina, sujetándose a las paredes, -alguno, no todos- si era invierno, porque se pegaba cada lingotazo de aguardiente para soportar el frío que ya ya. Solían llevar su botellita de aguardiente (orujo), y no todos, como buenos asturianos y gallegos, que era la procedencia de la mayoría. ... (ver texto completo)
El cuadro de Antonio López
al que me refiero

Pues debe de ser verdad, porque a mí me contaron eso mismo gente del vecindario, solo que con el sereno, pues de día eso no se le hubiese ocurrido a nadie hacerlo en ese lugar y por aquellas fechas menos. También me dijeron que los que tenían dinero y podían camelarse al sereno, le daban una propina para que no pasase por donde ellos estaban hasta que no se fueran de allí, satisfechas sus apetencias.
En otro orden de cosas, o cambiando de cuestión, he visto por algún mensaje de más atrás, una foto de un cuadro que pintó Antonio López, en el que se ve la Gran Vía vista desde la calle de Alcalá, con el edificio de Telefónica al fondo.
Tuve la suerte, y el honor, de verlo pintar en directo, cuando pasaba por allí para ir a trabajar. Creo recordar, y esto ya no es tan seguro, que se ponía solamente los fines de semana, quizás porque había menos circulación de vehículos, sino nula, pues había días que desde la plaza de España hasta la Gran Vía, rara vez coincidíamos más de dos coches a un tiempo y en la misma dirección.
Tenía el caballete al final de las rayas blancas que se ven en primer plano en el cuadro, justo en una mediana que hay en Gran Vía. Yo bajaba por esta hacia la de Alcalá, pues me dirigía a la calle O´Donnel que era donde trabajaba y la mayoría de los días "me pillaba" el semáforo junto al pintor. Esto eran los sábados y domingos y sobre las siete y siete y media de la mañana.
¡Qué recuerdos tengo de Madrid! De tantos años yendo a trabajar -desde los quince años-; a divertirme; como de turista ya de mayor, recientemente, recorriéndome casi todos los sitios por donde andube de joven y por donde caminaba de la mano de mi abuela o mi madre, desde los tres años que es desde que me acuerdo yo.
He dicho casi, porque de joven me lo recorrí entero, tanto andando como en metro, como luego más tarde, ya con veintitantos años, en furgoneta de reparto -así me recorrí también la provincia- y con treinta y tantos, y cuarenta y tantos seguí trabajando en mi Madrid, que aunque no nací en él, se deja llamar "mío". ... (ver texto completo)