Mensajes de Semana Santa enviados por peregrina:

SEMANA SANTA
En estos días de semana Santa
las personas se solidarizan
en procesiones y eventos
que a los creyentes fraternizan.

Acudiendo a procesiones
y cargando con los pasos,
otros hacen penitencias
dependiendo en cada caso. ... (ver texto completo)
LA MECEN CON ALEGRÍA

No hay movimiento más tierno
que el de mecer una cuna,
ó los pasos de la Virgen
cuando todos van a una.

Mirando a los costaleros
ves la emoción en su cara,
y por sus mejillas caen
lágrimas que le resbalan.

La mecen con alegría
con la mayor emoción,
no importa que nombre tenga
solo es la madre de Dios.

Virgencita del rocío
Virgen de la caridad,
de los Remedios, ó Angustias
el nombre a mí me da igual.

A todas ellas venero
con la mayor devoción,
a todas ellas las quiero
y les rezo una oración.
Pa. Sa. Ma. ... (ver texto completo)
CRISTO DEL GRAN PODER
(SEVILLA)

En un tronco de madera
un Ángel lo dibujara
para que Don Juan de Mesa
su bello rostro tallara.

Don Juan le pidió a su Ángel
que su mano dirigiera ... (ver texto completo)
AUN SIENDO EL HIJO DE DIOS

Como decía el poeta
quien tuviera una escalera,
para quitarle a Jesús
espinas de su cabeza,
además de aquellos clavos
que tanto daño le hicieran.

¿Porqué sin él hacer mal
le dieron tal sufrimiento?
si solo quiso ayudar
a los que estaban sufriendo,
por eso vino a este mundo
ese era su cometido,
enseñarnos la doctrina
y mostrarnos el camino.

Aun siendo el hijo de Dios
quiso sufrir el castigo,
para intentar redimirnos
pero no lo ha conseguido,
la maldad sigue en el mundo
él no lo pudo evitar,
aunque a todos perdonó
al momento de expirar.
Pa. Sa. Ma. ... (ver texto completo)
A Jesús Nazareno
Caminando con su cruz,
va el señor ensangrentado,
y María no comprende,
el porque es maltratado.
Burlones por los caminos,
a escupitajos le claman,
¡eres rey de los judíos!
y con espinos proclaman...

Carga la cruz de sus penas,
que es mayor que su madero,
mientras divisa el sendero,
ve llorar a gentes buenas...
Alguien le carga su cruz,
y lo levanta al caer,
más otros le dan vinagre,
y lo animan a beber,

Cuando llega a su destino,
viendo tres cruces erguidas,
Dice mirando a los cielos.
padre recibe sus vidas...
Perdónales padre mío,
que no saben lo que hacen,
y María y Magdalena,
entre llanto se deshacen...

Señor pasarán los siglos,
recordando tu calvario,
y serán pocos los años,
para pedirte perdón
¡En tu triste aniversario!

Carmen Patiño Fernández ... (ver texto completo)
CANTO AL SANTO ENTIERRO, CRISTO STMO. DE LAS AGUAS

En una urna de plata,
entre lirios y azucenas,
descansa, muerto, el Señor,
que, después de crucificado,
su bendita vida entregó.
Muerto y encerrado en la urna,
Cristo la vida entregó,
crucificado en la cruz
por Pilatos, el traidor.
Cuatro ángeles del Cielo
a Jesucristo llevaban,
muerto y crucificado,
y, con dolor, lo sepultaban.
En una urna de plata
Cristo va por La Puebla;
llorosa, detrás, su madre,
y le lloran hasta las piedras.
Costaleros, costaleros,
llevadlo poquito a poco,
que no va dormido, sino muerto,
y le pueden sangrar
las heridas que le hicieron.
Viernes Santo en la noche,
noche triste, y en silencio,
por las calles de La Puebla
pasa Jesucristo muerto. ... (ver texto completo)
LA PEDRADA

Cuando pasa el Nazareno
de la túnica morada,
con la frente ensangrentada,
la mirada del Dios bueno
y la soga al cuello echada,

el pecado me tortura,
las entrañas se me anegan
en torrentes de amargura,
y las lágrimas me ciegan,
y me hiere la ternura…

....................

Yo he nacido en esos llanos
de la estepa castellana,
donde había unos cristianos
que vivían como hermanos
en república cristiana.

Me enseñaron a rezar,
enseñáronme a sentir
y me enseñaron a amar;
y como amar es sufrir,
también aprendí a llorar.

Cuando esta fecha caía
sobre los pobres lugares,
la vida se entristecía,
cerrábanse los hogares
y el pobre templo se abría.

Y detrás del Nazareno
de la frente coronada,
por aquel de espigas lleno
campo dulce, campo ameno
de la aldea sosegada,

los clamores escuchando
de dolientes Misereres,
iban los hombres rezando,
sollozando las mujeres
y los niños observando…

¡Oh, qué dulce, qué sereno
caminaba el Nazareno
por el campo solitario,
de verdura menos lleno
que de abrojos el Calvario!

¡Cuán süave, cuán paciente
caminaba y cuán doliente
con la cruz al hombro echada,
el dolor sobre la frente
y el amor en la mirada!

Y los hombres, abstraídos,
en hileras extendidos,
iban todos encapados,
con hachones encendidos
y semblantes apagados.

Y enlutadas, apiñadas,
doloridas, angustiadas,
enjugando en las mantillas
las pupilas empañadas
y las húmedas mejillas,

viejecitas y doncellas,
de la imagen por las huellas
santo llanto iban vertiendo…
¡Como aquellas, como aquellas
que a Jesús iban siguiendo!

Y los niños, admirados,
silenciosos, apenados,
presintiendo vagamente
dramas hondos no alcanzados
por el vuelo de la mente,

caminábamos sombríos
junto al dulce Nazareno,
maldiciendo a los Judíos,
«que eran Judas y unos tíos
que mataron al Dios bueno».

¡Cuántas veces he llorado
recordando la grandeza
de aquel echo inusitado
que una sublime nobleza
inspiróle a un pecho honrado!

La procesión se movía
con honda calma doliente,
¡Qué triste el sol se ponía!
¡Cómo lloraba la gente!
¡Cómo Jesús se afligía…!

¡Qué voces tan plañideras
el Miserere cantaban!
¡Qué luces, que no alumbraban,
tras las verdes vidrïeras
de los faroles brillaban!

Y aquél sayón inhumano
que al dulce Jesús seguía
con el látigo en la mano,
¡qué feroz cara tenía!
¡qué corazón tan villano!

¡La escena a un tigre ablandara!
Iba a caer el Cordero,
y aquel negro monstruo fiero
iba a cruzarle la cara
con un látigo de acero…

Mas un travieso aldeano,
una precoz criatura
de corazón noble y sano
y alma tan grande y tan pura
como el cielo castellano,

rapazuelo generoso
que al mirarla, silencioso,
sintió la trágica escena,
que le dejó el alma llena
de hondo rencor doloroso,

se sublimó de repente,
se separó de la gente,
cogió un guijarro redondo,
miróle al sayón la frente
con ojos de odio muy hondo,

paróse ante la escultura,
apretó la dentadura,
aseguróse en los pies,
midió con tino la altura,
tendió el brazo de través,

zumbó el proyectil terrible,
sonó un golpe indefinible,
y del infame sayón
cayó botando la horrible
cabezota de cartón.

Los fieles, alborotados
por el terrible suceso,
cercaron al niño airados,
preguntándole admirados:
¿Por qué, por qué has hecho eso?…

Y él contestaba, agresivo,
con voz de aquellas que llegan
de un alma justa a lo vivo:
-« ¡Porque sí; porque le pegan
sin haber ningún motivo!»

Hoy, que con los hombres voy,
viendo a Jesús padecer,
interrogándome estoy:
¿Somos los hombres de hoy
aquellos niños de ayer?

Jose Maria Gabriel y Galan ... (ver texto completo)