Me encanta el tema. Así que enséñanos lo que sepas. Admiro mucho las tierras de León y sus buenos productos.
CARMEN. De nuevo ando por aquí.
Con toda esa unión de peces fluviales, he de decir que también cohabitaba con ellos el cangrejo. En cualquier río (de alta montaña no), riachuelo, presa, reguero, laguna... hacía acto de presencia el cangrejo. Un buen desinfectante de nuestros ríos, limpiaba las aguas putrefactas, aguas a las cuales alguien siempre echaba una oveja muerta, un cerdo, una ternera... nuestros carroñeros cangrejos se prestaban a dejar limpio el lugar, y ya lo creo que sí. ¡Había tantos!
Pero volvamos a los peces. Habrás notado, para ello hay que estar días y días observando la vida de estos animalillos, observando sus costumbres. Yo solía hacerlo cuando no picaban, aunque los escallos y las bogas casi todo el día picaban, las truchas y los barbos no tanto, pues bien, sentado en la pradera veía la "vida" de los peces. Como subían a la superficie, como removían piedras para encontrar el alimento, como el pez grande pegaba de vez en cuando una carrera al pez chico. Cuando el río traía poca agua porque no llovía o la fuente de alimentación era muy pequeña, los peces: barbos, bogas y escallos subían a la superficie y veías hermosos ejemplares de barbos, pues bien, estimada Carmen, cuando algo caía en el agua, una rama de un árbol, una piedra pequeña que tiraba, una hoja, o simplemente, metía ruido con los pies en el agua, observaba que las bogas y los escallos (principalmente éstos) iban a ver que había caído en el agua, no se asustaban, excepto, amiga mía: EL BARBO. Este pez huía rápidamente y no sabía dónde esconderse, tenía mucho miedo. La trucha iba por libre, no hacía caso de lo que caía en las aguas del río. Nadaba con cierta elegancia y si decidía marchar lo hacía a su paso y despacio, si no la obligabas.
Seguiré contando.
Un saludo.
... (ver texto completo)