Y había llegado a organizarse de tal modo que, en las tascas de su mayor devoción, tenían convencidos a los bodegueros para que marcasen, encima del mostrador, dos señales distintas entre si un metro justo a la manera en que solían disponerlas los antiguos merceros para medir las gomas y las cinta, pero destinadas, en la ocasión, a contener dicho número de recipientes que, entre los dos, usaban trasegar en cada alto. Y, según fuese la anchura de boca de los mismos y el grosor del vidrio de su pared, había pequeñas diferencias, en más o en menos, de unas tabernas a otras, por lo que, a veces, el metro llegaba a contener diecisiete vasos y, entonces, el limpiar y sobrante, era consumido de más a más por Manolón, que alguna ventaja había de reportarle su mayor tamaño.