Y comenzó la porfía extraña: el sonar de las voces y reniegos que lanzaban los mozos, animando, "Canales-La Magdalena" Un solo pueblo

Y comenzó la porfía extraña: el sonar de las voces y reniegos que lanzaban los mozos, animando desesperadamente a las reses; el devolver los ecos de aquellas peñas, como surgidos del abismo, los gritos de coraje; el azuzar de las hijadas a las bestias con ahínco, sin compasión; el toparse ciegamente los bueyes con los cuernos en las contrarias mullidas; el golpear siniestro de las esquilas en la lucha; el resbalar y doblarse las patas, próximas a romperse, bajo los cuerpos ondulados por el ímpetu del choque, hasta que el carro de Argímio empezó a celar; quedó una rueda en el vacío, luego la otra; el mozo dio un grito espantable; el peso del carro arrastró al yugo, y todo, en revuelta masa, cayó al hundido lecho del río con rápido volteo.