Otra cosa era por encima de la central. Por allí en Mora donde íbamos a bañarnos estaba el agua más caliente y también nos dedicábamos a la caza y captura de los susodichos cangrejos pero de forma clandestina y a mano claro.
Aún tengo en una pierna la marca de un palo que se me clavó al caerme por hacer una gracia. El grupo de chicos y chicas me dejaron de vigilante por si venía el guarda del río y como me aburría despues de un rato no se me ocurre otra cosa que gritar..... ¡que viene que viene! salieron todos de estampida y a mi me dio tal ataque de risa que me resbalé de la piedra en que estaba encaramada en mitad del río, me caí y me clavé un palo del que aún tengo la señal. Mira qué buen ejemplar