El cañí se quedó bastante sorprendido con la aclaración, pero no la dio mayor importancia, pensando que, a fin de cuentas, tampoco era de esperar que un sacerdote fuese muy experto en la jerga del honrado chalaneo, así que, pasando por alto la inexactitud del término y picado ya en el deseo de ver aquel ejemplar tan portentoso y, a ser posible, hacerse con el, insistió por conocer el nombre del dueño y averiguar en que lugar paraba, cuyas precisiones le dio don Paco con la mayor amabilidad diciéndole:
-Pues mira, a estas horas, seguro que lo encuentras tomando el fresco en la Plaza Mayor, junto al ayuntamiento, con otros tíos de su quinta.
- ¿Y como puedo conocer cual es?
-Vas allí, preguntas por el tío Quico y le dices que quieres ver su potra; que te la enseñe….
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