Recuerda que Jesús, en nombre de su Padre, echó del templo a los mercaderes. No olvides que, a los escribas y fariseos, les llamó "hipócritas", "raza de víboras", "sepulcros blanqueados" y otras lindezas... Dios existe, amiguito, a pesar de las felonías de los falsos sacerdotes, de los desvíos de los cretinos y de tu incredulidad. Tus esquemas mentales están adaptados a las conveniencias de tu ego y a los caprichos de tu imaginación, pero nada puedes probar, ni nada puedes desmentir. Guías tus pensamientos basándote en lo que ves errado en los otros y tus postulados siempre se apoyan en los comportamientos de los que se mueven por la debilidad, la impostura, la codicia, la ignorancia y el miedo. Pero, eso, representa hasta dónde puedes llegar con tu mentalidad finita, lineal, muy alejada de la mentalidad divina, volumétrica. Te he aconsejado que vayas más allá de formas y métodos. Tú verás.
Todavía no puedes ver sin ver. Puedes ver una rosa, su belleza y colorido, nada más. Sin embargo, ¿qué decir del que ve el Amor que se puso para crearla? No es que seas ciego, pero aún te queda mucho camino por recorrer. Hay personas que, como los animales, van oliendo el suelo sin levantar la cabeza. Otras la levantan al cielo, sólo para ver si llueve o hace Sol... Y otras, las menos, saben percibir el inmenso Amor que se puso en crear tanta hermosura.
Ferisa, Ferisa... Estás condenado a vivir. Nunca podrás morir, por más que lo desees: Tu patria es la eternidad. Quien está iluminado por la Eterna Verdad sabe ésto y no teme a la muerte. Te engañas cuando crees que el hombre es la envoltura física, te engañas porque no es verdad. El cuerpo sólo es servidor, colaborador de aquél que planea en el tiempo y en el espacio, fuera del tiempo y del espacio. El cuerpo es el habitáculo temporal del Espíritu viviente y operante en la dimensión física. El verdadero Hombre, el real y eterno, no podrá morir nunca, nunca. La muerte de su instrumento físico-sensorial es la causa de su traslado a otra sede, a otro plano operativo experimental, en otro habitáculo idóneo para mejorar los conocimientos, para rehabilitar los errores, para ampliar la capacidad evolutiva, para comprender, cada vez mejor, la función de los valores complementarios que instruyen el continuo devenir y el crecimiento del Ser Macro-Cósmico.
Muchos son los senderos y muchas las experimentaciones que el Espíritu recorre y ejercita.
Ahora, sigues siendo libre de ir donde quieras y con quien quieras. Eres libre de aceptar o de rehusar. Estás solo contigo mismo, en compañía con los valores de tu conciencia. Podrás estar con el Mal o con el Bien. Podrás estar con el odio o con el amor.
Tú decides.
Todavía no puedes ver sin ver. Puedes ver una rosa, su belleza y colorido, nada más. Sin embargo, ¿qué decir del que ve el Amor que se puso para crearla? No es que seas ciego, pero aún te queda mucho camino por recorrer. Hay personas que, como los animales, van oliendo el suelo sin levantar la cabeza. Otras la levantan al cielo, sólo para ver si llueve o hace Sol... Y otras, las menos, saben percibir el inmenso Amor que se puso en crear tanta hermosura.
Ferisa, Ferisa... Estás condenado a vivir. Nunca podrás morir, por más que lo desees: Tu patria es la eternidad. Quien está iluminado por la Eterna Verdad sabe ésto y no teme a la muerte. Te engañas cuando crees que el hombre es la envoltura física, te engañas porque no es verdad. El cuerpo sólo es servidor, colaborador de aquél que planea en el tiempo y en el espacio, fuera del tiempo y del espacio. El cuerpo es el habitáculo temporal del Espíritu viviente y operante en la dimensión física. El verdadero Hombre, el real y eterno, no podrá morir nunca, nunca. La muerte de su instrumento físico-sensorial es la causa de su traslado a otra sede, a otro plano operativo experimental, en otro habitáculo idóneo para mejorar los conocimientos, para rehabilitar los errores, para ampliar la capacidad evolutiva, para comprender, cada vez mejor, la función de los valores complementarios que instruyen el continuo devenir y el crecimiento del Ser Macro-Cósmico.
Muchos son los senderos y muchas las experimentaciones que el Espíritu recorre y ejercita.
Ahora, sigues siendo libre de ir donde quieras y con quien quieras. Eres libre de aceptar o de rehusar. Estás solo contigo mismo, en compañía con los valores de tu conciencia. Podrás estar con el Mal o con el Bien. Podrás estar con el odio o con el amor.
Tú decides.