: O) ¡Que no me enfado, hombre, no seas pesado! Yo...

: O) ¡Que no me enfado, hombre, no seas pesado! Yo te lanzo anatemas, porque tú me arrojas blasfemias. La verdad es que no te aclaras. Una veces niegas la existencia de Dios y otras veces le ofendes. Si haces lo último, es que para tí existe. No te contradigas, pues. No sé por qué tienes que odiarlo, si tus razones son estériles. Lo peor es que haces propaganda ante los demás y esa campaña contra lo divino será cargada en tu cuenta irresponsable. Al final de tus días tendrás que responder... Ante tí mismo.

Serías un tío fenomenal si cambiaras el chip diabólico por otro angélico. ¡Je, vaya gancho de izquierda que te acabo de endiñar!