Los ateos no tienen la preocupación de pensar en el...

Querer apoyar la inexistencia de una vida futura en esa interpretación es retorcer la realidad. Precisamente, por el instinto de conservación podemos deducir más fácilmente que habrá una vida después de la presente. De lo contrario sería el único instinto que en sí mismo es absurdo porque la única esperanza que nos cabría con la muerte sería la aniquilación, la desaparición, la desintegración (como quieras). Te diría más, es el instinto básico que exige la pervivencia. Las personas nos resistimos a morir, y sólo sobreviviendo a la muerte cumplimos esa aspiración. El segundo y definitivo instinto de supervivencia, superior al de conservación, es el del amor. (El amor, no el sexo, es parte importante del amor durante la vida temporal para la reproducción de la especie). El amor es eterno en su aspiración y deseo. Los animales irracionales no aman, se aparean, pero no comparten proyecto de vida, entrega mutua, aspiraciones de realización compartida.
Y todo esto no sólo lo ha descubierto la fe, sino la filosofía desde que el hombre piensa. La filosofía es la que intenta dar respuestas a las preguntas que están muy por encima de la ciencia, como es el destino humano, y el significado de las tendencias hacia la verdad, el bien, la justicia, el amor, etc. Quienes sólo admiten lo que está en el campo del microscopio y de los laboratorios, no tienen más remedio que cerrarse las puertas a todo el mundo trascendente y afirmar (sin posibilidad de probarlo), como el sordo que niega la existencia del sonido o el ciego que niega la existencia de lo que los videntes llaman luz, que el más allá es tontería. ¿Así lo dicen tus microscopios?

Los ateos no tienen la preocupación de pensar en el infierno o el cielo ni en la vida eterna porque no creen en la vida después de la muerte. Se aceptan como mortales, y en la medida de lo posible se acostumbran a la nada después de la vida.

La muerte se lleva todo, incluidas las angustias que inspira. La vida terrestre es la que importa y basta.

Es cierto que los instintos de conservación y superviviencia no son fundamentos que justifiquen la inexistencia de la vida después de la muerte, lo decía con un poco de sorna porque en verdad no existe nada que nos haga pensar lo contrario. El creyente se resiste a aceptar que la vida tiene una duración determinada y cada cultura ha ideado distintas respuestas para garantizarse la vida eterna, bien sea mediante la reencarnación o la resurrección; es la respuesta religiosa al miedo a la muerte.

En mi opinión como ateo con raciocinio es que al morir volvemos a la situación que teníamos antes de nacer o acaso ¿alguien se acuerda de donde ha venido? e incluso ¿se acuerda de sus primeros meses de vida?. NO, pues a esa situación volverá después de morir a LA NADA.

saludos.