EL CEMENTERIO

Cuando entro por la puerta del cementerio,
Percibo en el ambiente como un misterio,
Noto la paz, que allí reina a todas horas
Solo escucho suspiros de los que lloran,
Miro al sauce que llora tocando el suelo,
Y al ciprés, como si quisiera, llegar al cielo.
le he preguntado al sauce en voz muy baja
¿cuánto dura esta pena que a mí me mata?
y el sauce me responde desde el silencio
que ha de durarme siempre mi sufrimiento.
y eso he de recordarlo a todas horas
solo tengo un remedio, “llora, que llora.”
Que aquel que fue polvo al polvo vuelve
Y eso yo he de tenerlo siempre presente.

Le pregunto al ciprés, que está más alto,
Y este me ha contestado, “no llores tanto”
Pues aquel ser bueno que tú has amado,
Es muy feliz ahora, donde ha llegado.
Lo que aquí se enterró, solo es escoria
Su alma, es feliz ahora, allá en la gloria,
En tus noches de insomnio contigo vela,
Te acaricia el cabello, y te consuela.
Ya no besa tu boca con beso ardiente
Pero si, un dulce beso sobre tu frente.
No lo ves, porque tu llanto a ti te ciega,
Pero el está siempre a tu cabecera
Cuando en tu gran dolor de Dios reniegas,
El, ante Dios postrado por ti le ruega,
Y cuando más sosegada tú te arrepientes,
El, está muy contento y sonriente.
Y así con mudas voces, de esta manera
Uno me dice ¡Llora! Y el otro ¡Espera!
Y yo que los designios de Dios venero,
Resignada y humilde, lloro y espero.
Pa. Sa. Ma.