¡Qué diferentes son ahora las fiestas de las que yo...

¡Qué diferentes son ahora las fiestas de las que yo disfruté de joven!
No me considero vieja, algunas veces, pienso que soy mas joven en espíritu, que muchos jóvenes en edad.
En mis tiempos de juventud no había estos excesos. ¿Buenos, malos? Distintos. Yo no los califico.
Los conozco porque me lo cuenta mi hijo y sus amigos. Me dicen que se lo pasan muy bien y como todo en la vida, relativamente. Depende cómo se disfruten y con qué intención. Y luego, la sinceridad de contarlo en casa. ¡Y hay tanta gente y tantas formas de entender y de vivir una misma cosa!.
Sé por otra parte, que ahí la droga fluye como la espuma también. Solo que muchos, aunque parezca mentira, la rechazan dependiendo de los valores personales de cada uno, la formación, la cultura, su propia personalidad.
Lo malo parece que es lo general en estos casos, y no es así. Se bebe pero no demasiado algunos, lo que da ocasión de observar el ambiente general que discurre en estos lugares.

Hay que pagar la entrada. Alguno, además de la consumición, llevan mas bebida aparte. Otros incluso drogas. Otros, incluso se las venden allí a los chavales que influidos por el ambiente y sus malas compañías acceden a probar o a continuar consumiendo. Hay de todo, como en botica.

Pero lo saludable es que los hijos te cuenten que hay allí y cómo es la gente que allí concurre a este tipo de eventos. Y de nada sirve el prohibir pues entonces el rebote sería mayúsculo y de forma desordenada. Y lo peor es que te engañarían e irían, pero no te enterarías nunca cómo es aquello. Quizás, pensarías peor y desde luego perderías la confianza de tus hijos. Creo que es mejor creer en ellos.
Pues una, cuando lava la ropa que llega a casa a escurrir y con una suciedad inaudita, con zapatillas incluidas, se queda más tranquila al saber que es una espuma inocente con ánimo de pasar un buen rato y nada más.

Ya que has tenido la precaución de alargar un poco la noche entretenida en una lectura o en ver una película, o en retocar algún poema;, y luego has visto la cara de tu hijo, sus ojos y su normalidad; y eso tranquiliza mucho.
Y ya sabes que a la mañana siguiente vas a oír el relato completo de lo que ahí circula en esos ratos de diversión para unos, y de maltrato para otros, infligido por un@ mism@ o inducido en aras a una libertad mal entendida que luego, a la larga, pasa factura. Se quiera o no, la droga tiene mucha memoria. Quizás os cuente algún relato de una experiencia ajena vista por mi misma en el desarrollo de una enfermedad, y entonces lo veréis mas fácilmente.
Pero otra vez será.

SALUDOS