CAPITÁN:...

CAPITÁN:

-Siento un amor
que me ahoga,
que me rasga las entrañas,
que enfurece mi alma.

Acaso no sé que es
porque nunca lo sentí
de esta manera cruel.
¡Oh mi bella Isabel,
cuánto me estás matando,
que me tienes aquí siempre
bajo tu linda ventana
y yo espero, ¡y no apareces!.
¡Qué ingrata, Dios, qué ingrata!

REBOLLEDO:

-Perdone mi capitán que
humilde servidor le diga
que está muy tocao del ala.
¿Qué ve en esa labriega
que no es ni siquiera dama,
que tan trastornado le deja.
¿No recuerda usía aquello
que decía a su sargento?

" ¡Si no es dama no la quiero!"

¿A qué tanto sentimiento ahora?

CAPITÁN:

-Déjate de cuentos y monsergas
y dime ¿qué te dijo la criada,
cuando le entregaste mi carta?

REBOLLEDO:

-No hay nada nuevo.
La señora de tu alma
no da ninguna respuesta.
No sigas, que está perdido
el conflicto que buscas.
Nada te dirá Isabe, con nada
haste de contentar galán
que una labriega no se entrega
a un donjuan de pacotilla
ni por oro ni por lores.
¡Déjala en paz
que va a ser tu perdición!