Estoy de las máquinas hasta las alturas, me pueden. Y lo peor de todo es que nos vamos pareciendo, Burgos

Estoy de las máquinas hasta las alturas, me pueden. Y lo peor de todo es que nos vamos pareciendo a ellas cada vez más. Parece hasta mentira, que tenga escrita hasta mi novela, con tantas cartas a todo zurriburri. Que si de artículos al Diario de Burgos, que si de impresiones generales, que si cartas a los lcctores y cartas de inquietudes. Me he pasado, desde que empezaron los lodos escribiendo a mansalva, a matacaballo. Es increíble lo que una ha escrito por estos lares desde entonces, y que versiones que entonces eran ahora no lo son. Que si llega una cigüeña a un nido de Tardajos, que si llega otra a un nido de Rabé, que si la segunda se cae del nido, y luego lo construye mejor o le ayundan, que eso nunca lo sabré a ciencia cierta viniendo de Rabé. En Tardajos, desde luego nadie las ha ayudado nunca, y se han buscado la vida como mejor han podido. Sin embargo, si una vez, dependieron de ayuda, esperaron y esperaron... hasta la saciedad.

Y las máquinas, que si se estropean, que si no son compatibles con tal o cual programa, que si van en otro formato y no se dejan copiar y pegar. Las odio. Y sobre todo, porque carecen de sentimientos, porque no son sensibles a nada ni a nadie, porque son máquinas y no pueden dar más de sí. Y luego, que las máquinas, según me han contado últimamente tampoco son fiables por muchas cosas que ahora paso de contar. Cada vez hay más personas que se parecen a las máquinas que es lo peor.

El caso es que subida a estas nuevas tecnologías, tengo que ir a pie, si quiero llegar a indicar lo que me he propuesto. Las odio de veras porque a veces puede haber caminos más sencillos y no te dejan. Es así y punto. Te buscas la vida y gracias a que tienes la herramienta básica, la imaginación, que otros jamás la utilizaron ni la utilizarán jamás.