Todos tenéis derecho a opinar, pero ¡cuántos de vosotros...

Todos tenéis derecho a opinar, pero ¡cuántos de vosotros os equivocáis! El aborto es un crimen terrible, es un pecado aberrante contra el Espíritu Santo, un mal que la Divinidad castiga muy severamente. Las mujeres desdichadas que lo practican condenan a su ser a la muerte segunda o sea, a comenzar desde cero la evolución espiritual en los lejanísimos linderos del reino mineral. En la vida actual, las abortistas generan una calcificación que les produce un cáncer de mama, además de arrastrar una vida de depresión y remordimiento. Por lo que más queráis, mujeres, no cedáis a esa horrible tentación de consecuencias tremendamente imprevisibles. Huid de quién os aconseja practicarlo y de quién lo defiende, pues suelen ser entes malignos y perversos, capaces de recomendar el peor de los asesinatos: el del propio hijo que lleváis en vuestras entrañas.