No es verdad que la mayoría de los seres humanos no son capaces de comprender y querer. ¡No! Ellos son sólo orgullosos y están convencidos de ser lo que, en realidad, no son. Podrían ser mejores, pero no hacen nada para serlo, ni por estimular seria y sinceramente los valores espirituales, morales y sociales que, sobre todo, sirven para coordinar e instaurar la existencia pacífica y próspera de nuestra vida. Creen haber alcanzado la cumbre de la evolución, cuando aún están, a duras penas, en su comienzo.
Son multitud los que piensan poder dictar las leyes, cuando en realidad andan a tientas en la obscuridad de la incapacidad de una ley blasfematoria y llena de defectos, colmada de las más aberrantes veleidades egoístas, destructoras, dañinas en todos los sentidos.
Os profetizo: La general indolencia a poner en práctica las condiciones ideales para una convivencia fraternal, sana y llena de Justicia entre los pueblos de nuestro planeta, nos llevará a un conflicto mundial de proporciones espantosas.
Son multitud los que piensan poder dictar las leyes, cuando en realidad andan a tientas en la obscuridad de la incapacidad de una ley blasfematoria y llena de defectos, colmada de las más aberrantes veleidades egoístas, destructoras, dañinas en todos los sentidos.
Os profetizo: La general indolencia a poner en práctica las condiciones ideales para una convivencia fraternal, sana y llena de Justicia entre los pueblos de nuestro planeta, nos llevará a un conflicto mundial de proporciones espantosas.