UNA TARDE PARA EL RECUERDO...

UNA TARDE PARA EL RECUERDO

El poyete de la entrada con la piedra lisa por el uso, donde se sentó tanta gente, era el lugar donde aconteció aquel inolvidable momento.

Aquel banco robusto que utilizaban los niños por el día y los mayores por la noche, era conocedor de mil y una historia, de bonitos y amargos acontecimientos, de chinchorreras críticas y de secretos inconfesables, pues aquel, aquel discreto, sereno y pacifico banco de piedra sería el que compartiría con nosotros, el momento que aún pasado tanto tiempo permanece en la memoria.

Era una tarde apacible, cálida hasta la placidez, donde el sol iniciaba a ocultarse tras la montaña y el arcoíris lucia sus majestuosos colores, ambos divisábamos el mismo paisaje, allí sentados en la cercanía sentíamos lo mismo, y al cruzar las miradas comprendimos que no hacían faltas muchas palabras, solo las necesarias, las que se dicen cuando se está enamorado.

Saludos