DESDE MI ATALAYA...

DESDE MI ATALAYA

LA FERIA DE MARTOS

Hace unos días acaba de celebrarse la Feria de Martos, nuestros vecinos. y he querido traer aquí in canto a aquellas fiestas de mi infancia que nada tenían que ver con las que hoy se celebran y disfrutamos todos, porque eran las fiestas de la carencia, de la necesidad y de la ilusión, de un país que soñaba con evolucionar, recuperar el futuro y ser feliz.

Antiguamente las fiestas tenían una connotación especial y si eran fuera de nuestro domicilio entonces constituían un atractivo singular que había que tratar de contemplar porque significaban una alteración extraordinaria de nuestro rutinario quehacer municipal.
Si además se trataba de un pueblo vecino y de mucha más entidad la atracción era mayor porque te garantizaba la asistencia a espectáculos y diversiones que en tu pueblo no podías ver ya que al ser pequeño su fiesta era mucho más modesta.

Por eso para mi, y para mis amigos, cuando llegaba la feria de Martos nosotros nos preparábamos para asistir a ella con toda la ilusión de nuestros años de jóvenes adolescentes y con el deseo de pasárnoslo muy bien disfrutándola a tope y de encontrar, tal vez, un ligue o un escarceo amoroso fuera de nuestras fronteras No hay que olvidar que aunque Martos está a 11 hms. de Fuensanta, en aquella época la frontera de Fuensanta se encontraba en la Era Marianica. Y además conviene advertir que entonces los habitantes de pueblos pequeños éramos los catetos y los de los pueblos o ciudades grandes eran los instruidos o refinados.

Bueno llegada la feria nos íbamos en el autobús de linea por la mañana o incluso en bicicleta y estábamos allí todo el día, asistíamos primero a una feria de ganado que había a las afueras y era interesante ver como se hacían los tratos entre los ganaderos de la comarca y los gitanos que trataban de colocar sus bestias a muy buen precio. Después nos íbamos al ferial y comíamos algo de los chiringuitos o bares que allí montaban, luego hacíamos un recorrido por la feria montando en alguna atracciones y preparando las entradas para el circo que era el espectáculo más apreciado.
Procurábamos ir a la primera función y así después de salir nos dedicábamos a seguir a las chicas para ver si podíamos encontrar un pareja que nos permitiera asistir al baile del casino. Entonces había solo dos bailes en la feria de Martos uno correspondía al Casino Primitivo que era el de las familias con más poder adquisitivo, el otro era del Casino de Artesanos que lo formaban los pequeños empresarios y las familias mas modestas. Si no eras hijo de un socio no te permitían entrar, pero si ibas acompañado de un hijo o hija de socio te nías la entrada libre.

Ya de madrugada aprovechando al máximo por si encontrabas la forma de abrirte un hueco dentro de la sociedad marteña, cosa que a aquella edad era bastante difícil, iniciabas el regreso a tu pueblo muy feliz porque habías roto la monotonía del terruño, porque habíamos visto cosas nuevas y distintas a las que estábamos acostumbrados y si al final habíamos ligado con alguna marteña, aquello era el no va más porque así nos habíamos liberado de nuestro complejo catetil.