SEPTIRMBRE...

SEPTIRMBRE
Empezamos un mes que para mí ha sido siempre muy especial porque por mi profesión era este el mes más movidito, el más atípico, pues se trataba de organizarlo todo, las clases, las programaciones, los horarios, los alumnos, y eso en un ambiente caluroso, en la mayor parte de los años.
Eran esos primeros 15 días en los que los niños no estaban, cuando la gente pensaba que los Maestros seguían de vacaciones, nosotros estábamos afanados en esa preparación inicial en la que todo tenía que estar dispuesto y a punto para que esos niños pudiesen iniciar su curso y seguir con toda normalidad su evolución y su progreso.
Veníamos todos más relajados, más morenitos y, pasados los primeros momentos de saludo y de bienvenida, nos afanábamos en nuestra ardua tarea de hacernos cargo de nuestra clase, nuestro mobiliario, nuestro material, desempolvábamos la quietud veraniega del ambiente y a la vez íbamos también borrando de nuestra mente aquel letargo vacacional, dando paso a una actividad apasionante y maravillosa, cual era la educación y formación de aquellos niños y jóvenes, para tratar de convertirlos en el futuro en honrados y dignos ciudadanos.
Después venía el inicio de las clases que el primer día era todo un problema para los de preescolar, los pequeñines que no había quien separase de sus madres, muchos llorando desesperadamente, pero que luego tardaban muy poco en integrarse, en hacer amistad con los otros niños y en sonreír jugando con ellos que serían sus colegas y sus compañeros en aquél nuevo camino de su vida.
Los de primaria ya venían tan contentos pues conocían a su Maestra/o, a sus amigos de clase, tenían ganas de aprender cosas nuevas y de recuperar las vivencias del aula.
Y los mayores, (me refiero a la llamada Segunda Etapa), estos ya venían de pasotas, de listillos, de protestones, pero en el fondo eran unos niños que empezaban a jugar a mayores y que necesitaban, en esta etapa, mucha ayuda, mucha dedicación y mucha comprensión, de sus padres y de nosotros para que no se saliesen del buen camino.
Ya todo en marcha se nos presentaba la Feria del pueblo, que venía a hacer un pequeño paréntesis y que era el definitivo borrón y cuenta nueva para afrontar definitivamente la tarea.
Vaya desde aquí un abrazo muy fuerte para todos mis alumnos y compañeros, durante mis 37 años de Maestro, y mi recuerdo y mi oración para los que ya no estén entre nosotros. Y vaya también, en estos días, para todos los docentes, mi deseo de que tengan un feliz curso y que consigan en él los mejores resultados. FELIZ CURSO A TODOS