LOS VIENTOS...

LOS VIENTOS
Nunca tuve yo una relación estrecha con el viento, ni siquiera me preocupé de interesarme por las clases de viento que podían azotar mi lugar de residencia porque realmente influían muy poco en mi estado de ánimo, es más, no producían ninguna alteración o inquietud. Pero si me acuerdo de que la gente mayor siempre se refería allí a un viento en concreto como más molesto y ese en mi pueblo recibía un nombre, el viento solano. Era aquel un viento que soplaba siempre de E. a O. y era el que denominaban malo porque traía perjuicios para las cosechas e impedía que se produjeran las lluvias.
Había un dicho por mi tierra que decía eres peor que el aire solano.
Cuando yo me vine a vivir a la costa, y además cerca del estrecho de Gibraltar, entonces empecé a tener un contacto más directo con el dios Eolo, porque aquí si que los vientos influyen de una forma más directa y más intensa en tu estado de ánimo y en tu equilibrio emocional.
Y así llegué yo a identificarme con esos dos vientos que son habituales por los sitios costeros, tan conocidos por los pescadores, navegantes y las gentes del mar: el levante y el poniente.
El levante es el que sopla de Este a Oeste (o sea aquel solano de mi pueblo), este viento es el que produce una mar alborotada, con grandes olas, hace que las aguas vengan sucias y si trae algo bueno es que la temperatura de ellas es más elevada, permitiendo que el baño, si te atreves a sortear al oleaje sea más templado. A mi este viento no me gusta nada, suelo no bañarme cuando hace levante fuerte y si lo hago, cuando es moderado, y el agua está más templada, no me resulta nada agradable por la suciedad.
Es el que me altera, me pone nerviosos y me produce un cierto malestar aunque por la calle es, al menos para mí, más soportable que el otro, o sea el poniente.
El poniente es el viento contrario. Viene de Oeste a Este, el mar se muestra tranquilo, como si fuese una piscina, las aguas son limpias y trasparentes y, eso si, el agua está más fría pero a mi esa transparencia, esa calma y esa limpieza del agua del poniente me atrae, de tal manera, que no puedo resistir el meterme sin tener en cuenta, para nada, que esté helada, es un placer al que no me puedo resistir.
El poniente relaja, me tranquiliza y me sosiega tan solo es inaceptable cuando hace terrá porque este aire es extremadamente caluroso y casi te impide respirar, los pájaros a veces mueren a consecuencia de él, menos mal que esto sucede dos o tres veces al año.
La culpa de estos vientos tan reiterados por la zona se debe a la proximidad del estrecho y a la confluencia del Mediterráneo y el Océano Atlántico, estableciéndose un embudo que produce esas alteraciones. Cuando el viento es levante impide la entrada de las aguas del Océano de ahí que sean mas cálidas, cuando viene el poniente las aguas del océano entran a través de Mediterráneo de ahí que sean más frías. Pero eso es como todo cuando llevas tiempo viviendo aquí te habitúas y ya lo aceptas como una cosa normal. De aquí lo único que a mi me estorba es Gibraltar.