¡QUÉ PANDA DE INCAUTOS!...

¡QUÉ PANDA DE INCAUTOS!

Nada más verles las pintas, mi intuición me lo dijo. Estos lo que vienen es a pillar saldos de nuestra trapeada España. Y además, ¿qué falta nos hacían tantos juegos, si aquí tenemos de sobra?. Y es que de gente que pregona tanto, hay que desconfiar. ¿Qué ha resultado? Que tenían menos que nosotros, porque en faltando la honradez... que de eso ya estamos servidos por estos lares.. ¿qué podían ofrecer? Lo mismo que otros, burbujas de colores brillantes, que en cuanto la pompa se desvanece, hace ¡puaf! ¿qué te queda? Una cara de tonto que no puedes con ella. No veáis que alegría sentí el día que levantaron el vuelo estos pajarracos, de la misma manera que el día que hagan lo mismo, los del fracking. Son los mismos urraca-zorras, un nuevo animal mitológico al que le he puesto nombre.
Poco tengo que ver con lo que ya me imaginaba. El señor no tendrá capital social, que eso les da mucho juego, pero ganan una cantidad que yo no me puedo ni imaginar. ¡Viven del cuento de su burbuja financiera! Cogen de aquí, de allí, de donde sea, cómo sea, y se ríen de medio mundo y de parte del otro. Al final es que encima me dan hasta pena. Ese señor con tanto que tiene, tiene poco suyo, personal, humano. Vistos de cerca... ya lo digo, hasta una lloraría.
Eso él, que ella, menuda prenda. En sus negocios, resulta que hacen de terapeúticos. Dicen a los jugadores, que jueguen, que luego, ella ya les curará. Cuando lo que tendría que ser, sería prevenir, no curar. Esta gentecilla, diosecillos de barro, no tienen cura. Están podridos, que si los cogieras y los tiraras a la basura, iba a costar hasta su reciclaje. Pero mientras, el daño que soportamos es incalculable. No lo saben, y si lo saben, eso quizás les lleve a cometer mas descalabros, en otros, claro, que ellos, a vivir que son dos días.
Los que pensaseis que os iban a dar algo... apañaditos estábais. Pocos he conocido yo de este tipo, pero bien aleccionada que he salido. Si podían, se llevaban hasta una bisagra, y eso de pagar, como todo el mundo, un recibo... ni por asomo. Te miraban como si les debieras algo, si es que les correspondías con tu mirada. Yo, que les catalogué, los miraba por encima del hombro y en cuanto pude, no los volví ni a mirar. Después que se mueren, sale todo a relucir, y nada auténtico.
Este, a ver si le daban algo los de aquí, y si algo le salía mal, se iba con lo que trajo, los cueros. ¡Qué panda de indeseables y qué bendición que se hayan ido con viento fresco, a ver si cogen una radiación y desaparecen del mapa!
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