ESTAFAS FUNERARIAS. Por lo visto hay funerarias que cuando queman el ataúd, cambian uno de menos valor haciendo creer que queman el elegido y luego revenden el bueno y más caro. Cuando murió mi madre, la corona de flores no quedó en el nicho, sino fuera, a la entrada del cementerio. ¿Quién me dice a mí qué no se llevaron la corona o coronas para volverlas a vender para otro fallecido. Claro que, para qué quería yo la corona, para nada.
Pues también es verdad.