A una dama...

A una dama

Nace el sol derramando su hermosura,
pero pronto en el mar busca el reposo;
¡oh condición instable de lo hermoso,
que en el cielo también tan poco dura!

Llega el estío, y el cristal apura
del arroyo que corre presuroso;
más ¿qué mucho si el tiempo codicioso
de sí mismo tampoco se asegura?

Que hoy eres sol, cristal, ángel, aurora,
ni lo disputo, niego, ni lo extraño;
mas poco ha de durarte, bella Flora,

que el tiempo con su curso y con su engaño,
ha de trocar la luz que hoy te adora
en sombras, en horror y en desengaño.

Diego Torres Villaroel